El verano es un tiempo de silencio. Un silencio metafórico que nace de la inactividad de aquellos que tienen la suerte de poder dejar de trabajar en la bien lograda época estival.
El verano es un tiempo de silencio, o mejor decir era pues las NNTT y todo su surtido de aparatos, están atentando contra la naturaleza más primitiva de las vacaciones.
Me voy de viaje a un lugar cuyo nombre no diré por distintas razones. Ya de por sí los viajes tienen poco de descanso: Visitar toda clase de monumentos y museos, comer hasta el hastío, andar porque eso, andar, es algo que no hacemos durante el año y hay que aprovechar, horas y más horas de conducción con la chapa del coche ardiendo a mil grados centígrados… ¿eso es descanso? Asumamos que sí, que bajo la apariencia cansada de las horas de actividad existen otros tiempos en los que podemos tumbarnos a la bartola y que son a la postre el verdadero período vacacional.
Desgraciadamente, las vacaciones se terminan cuando las NNTT entran en juego. Parece extraño que ahora una de las partes más notorias del turismo, es en realidad la de buscar una zona Wifi para poder conectar nuestro Smartphone última generación. Se exclama:
-¡Chicos he encontrado una red gratuita!
De la misma forma decimos con sopor:
-Otras piedras romanas más.
Y es que esas piedras que llevan más de 3.000 años resistiendo a las más duras inclemencias humanas y de la naturaleza, tienen menor impacto para el ser humano adicto al iPhone y la Blackberry que una red Wifi gratis.
Además de esto, cabe añadir dos nuevas situaciones que las NNTT generan en nuestros viajes. La primera es la de la falsa vuelta a casa. Nos marchamos por el mundo (algunos más lejos, otros más cerca) para de algún modo huir de aquella realidad, que por repetitiva durante 11 meses del año, nos tiene un poco aburridos. Cuando encontramos la red Wifi donde conectar nuestro Smartphone, sucede que de repente volvemos al trabajo, a los amigos de siempre y a nuestra familia. Algunos dirán: “antes ya llamábamos por teléfono o enviábamos cartas”. Cierto, pero sólo informábamos de sí estábamos sanos y salvos. Ahora pretendemos relatar nuestro viaje vía internet con el más gran detalle.
Esta última es otra consecuencia del nuevo tipo de viaje. El turismo se convierte en un relato casi periodístico de nuestra experiencia. Ya no hay pases de fotos, cafés para explicar cómo ha ido todo, ahora somos cronistas a tiempo real de nuestra propia experiencia.
En resumen, ¿por qué no desconectamos de verdad y olvidamos el teléfono en casa? Vamos a vivir unas reales vacaciones sin disturbios de ningún tipo.
Por cierto, buena vuelta al trabajo para todo el mundo… si es que realmente nos fuimos de vacaciones.