La semana de la contaminaciónEscrito por Tecnonews el 06/06/2017 a las 19:23:192440
La pasada ha sido la semana en la que hablamos de contaminación. Donald Trump rompió con el Acuerdo de París y medio mundo se puso las manos a la cabeza. Tiene lógica. Estados Unidos es el mayor país contaminador del planeta y que decida salirse del pacto es a todas luces una noticia fatal. Pese a que la nación norteamericana seguirá intentando rebajar las emisiones de gases (al menos eso ha dicho), solo lo hará en un 14 por ciento, una cifra insuficiente para salvaguardar el planeta del calentamiento global. Más preocupante es la actitud tomada por Trump en este tema. Asegura que el cambio climático es una invención de los países que compiten comercialmente con Estados Unidos para desestabilizar al país que gobierna. Un dislate en toda regla con tintes conspiranoicos que demuestra la tesitura del primer mandatario del mundo. Es muy peligroso, por otro lado, identificar contaminación con trabajo.
Transcurrida esa semana el tema volverá a desaparecer de nuestras primeras planas. ¿Tiene sentido hablar de política cuando la crisis climática puede ser el gran enemigo a combatir en el futuro? El tiempo dirá. De momento, todos los argumentos mayoritarios que se esgrimen en este tema, resultan a todas luces un tanto hipócritas. El cambio climático se ha situado como un problema global cuando los países occidentales han empezado a sufrir sus causas. En gran parte, muchos de las grandes migraciones de nuestros días, además de a las guerras, se deben a los grandes desbarajustes climáticos que sufren los países llamados subdesarrollados. Inundaciones en Haití o Camboya y sequías en Etiopía son la cara menos renombrada del cambio climático.
Como descubrimos, si hablamos de tecnología, existe una clara doble moral. Mientras en sus oficinas, empresas como Apple o Samsung se jactan de llegar a la contaminación cero, si nos fijamos en los costes medioambientales que la producción de sus smartphones genera, podemos estar seguros de que la suya no es una industria limpia. Un iPhone por ejemplo, tiene piezas que vienen de Corea del sur, Taiwán, Japón, China y Estados Unidos. El transporte de este producto es claramente contaminante. Tendríamos que ver, además, cómo de limpia es la producción de los componentes del smartphone en las fábricas que no se encuentran en Estados Unidos.
Todo ello por no hablar de la llamada chatarra tecnológica. Según la ONU, cada año se generan 50 millones de toneladas de ordenadores que no sirven, de móviles que no funcionan y tabletas inservibles. En Ghana, por ejemplo, cada año llegan 215.000 toneladas de basura tecnológica. Esta contaminación no afecta directamente al calentamiento global. Solo tiene repercusión para los países que reciben esa basura. Allí sus habitantes son más propensos a sufrir problemas de salud como fallos respiratorios, daños cerebrales o infertilidad. Pese a esto, a diferencia de las inundaciones o las sequías, nadie decide migrar por estas problemáticas.
En resumidas cuentas, si bien es cierto que la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París es preocupante, la lucha en contra de la contaminación global tiene muchos frentes. Desde la presión a los políticos, hasta el consumo responsable entran dentro de la ecuación. |