La reconocida marca alemana de ropa deportiva ha contado en este proyecto con el concurso de Carbon, compañía norteamericana especializada en impresión 3D para productos de mercado, que ha desarrollado la tecnología Digital Light Synthesis (DLS), para crear la 4DFWD, sucesora de la 4D lanzada al mercado en 2017 y que ya utilizaba tecnología de impresión 3D para una parte de la suela.
El uso de la tecnología DLS de Carbon en la producción de esta nueva zapatilla, es el de la mediasuela, la cual se realiza con una resina especial de alto rendimiento, optimizada para que imprima energía e impulso a cada zancada que da el corredor, además de suavizar la transición del correr a la frenada, proporcionando con ello una experiencia única al usuario.
Dicha mediasuela impresa en 3D se combina con una suela de goma que proporciona una mayor tracción a la zapatilla, y con una parte superior realizada en un tejido especial producido por la misma Adidas y bautizado como Primeknit+, que ofrece estabilidad para lograr una pisada suave y cómoda.
El diseño de la mediasuela impresa en 3D también juega un papel fundamental en mejorar el rendimiento de la zapatilla, ya que permite convertir la fuerza del impacto vertical en impulso hacia adelante para mejorar el rendimiento del corredor. Para lograr dicho diseño, Adidas ha utilizado el big data para analizar 17 años de datos de atletas recopilados.
Las impresoras desarrolladas por la misma Carbon para llevar a cabo esta tarea son mastodónticas, las L1, que ofrecen una calidad que les ha permitido desde imprimir cascos de fútbol americano (nada menos que para la prestigiosa marca Riddell), sillines de bicicletas, o monturas de gafas.
El coste de la nueva zapatilla de Adidas no es que pueda tildarse de asequible: 200 euros. Pero hay que comprender que lleva toda una tarea de ingeniería tras de sí, y que se dirige a un público muy amante del running o, directamente, profesional, para quienes estos costes son asumibles.