A finales del año pasado, algunos trabajadores de Alphabet (compañía de la cual pende Google como filial) empezaron a organizarse tras años de discrepancias con la dirección de la empresa, una organización que ha cristalizado en los primeros días de este 2021 con la creación de la primera entidad sindical dentro de la multinacional, experiencia también pionera entre las grandes tecnológicas.
La sensación entre la dirección de Alphabet debe haber sido de pánico, a juzgar por la reacción que explican en Business Insider, y que consiste en identificar a quienes formen parte o promuevan dicha actividad asociativa y reivindicativa.
Según indican en el rotativo, la compañía ha pedido a sus trabajadores que den parte de cualquier muestra de lenguaje “disruptivo” (una de cuyas acepciones en inglés es la de provocar desórdenes y/o tumultos) por parte de compañeros.
Esta es una invitación abierta y poco velada a la delación, aunque no se haga explícitamente, ya que los términos son lo suficientemente ambiguos como para que la interpretación sea suficientemente clara, manteniendo la posibilidad de negarla oficialmente (aunque dicha negación no sea creíble).
Desde la dirección también se ha aprovechado la ocasión para recordar a los trabajadores que no pueden utilizar las instalaciones corporativas (salas de reuniones o espacios comunes) para otras finalidades que difieran de las propiamente profesionales.
A los trabajadores de la compañía que ya han sido identificados participando de grupos de conversación internos que se vehiculan a través del correo electrónico, se los ha apuntado a cursillos para “aprender a moderar” dicho lenguaje “disruptivo”, según sigue indicando Business Insider.
A día de hoy, el Alphabet Workers Union afirma superar los 700 miembros inscritos, y entre sus reclamaciones se cuentan la mejora de sus condiciones laborales, emprender acciones contra aquellos directivos que se aprovechen de su posición de poder en la empresa para cometer abusos sobre los trabajadores, igualdad de beneficios para todos los trabajadores independientemente de que estos sean temporales o fijos y en plantilla, y que se acepte que los trabajadores puedan declinar su participación en proyectos que no se alineen con sus valores éticos sin que ello desemboque en represalias de ningún tipo.
Todas estas reclamaciones pueden sintetizarse en la máxima de que Alphabet debe poder generar dinero sin recurrir a una mala praxis.