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Así son las nuevas formas de ciberacoso

Escrito por Agencias Externas el 13/10/2020 a las 18:56:36
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Sabemos que el acoso tradicional ha traspasado la barrera de Internet, pero no solo se limita a comentarios o mensajes privados. La tecnología evoluciona a gran velocidad, y niños, niñas y adolescentes pueden utilizar los espacios de comunicación en línea, las redes sociales o cualquier aplicación de forma negativa contra sus compañeros/as. Nuestra misión es reorientarles hacia un uso positivo y respetuoso.


La mensajería o las redes sociales más conocidas no son los únicos espacios donde puede producirse el ciberacoso escolar o ciberbullying. De forma continua se están creando nuevas redes, aplicaciones y juegos, y los menores se interesan rápidamente por sacar partido a sus funciones. En ocasiones, el uso que hacen de la tecnología se vuelve inadecuado u ofensivo para otras personas, y es ahí donde puede comenzar una situación de acoso.


Debemos recordar que Internet brinda una oportunidad única de comunicación, formación y entretenimiento para los menores. Todo depende de cómo se utilice, y somos los adultos los que tenemos que conocer estos espacios, estar al día y mostrarles cómo usarlos de manera constructiva.


El mismo problema en diferente formato


El ciberacoso es un problema que evoluciona a la vez que lo hace la tecnología. Hace unos años, cuando los menores se proponían acosar a un compañero/a, utilizaban los SMS, los mensajes multimedia o los correos electrónicos. En la actualidad, las redes sociales más habituales entre los adolescentes, como Instragram, YouTube o TikTok, y otras aplicaciones y juegos, se van actualizando con nuevas funciones que pueden utilizarse contra las víctimas.


Así, la innovación también juega su papel en el ciberbullying, y provoca variaciones en la forma de molestar sistemáticamente, atacar o aislar a quien lo sufre. Por eso, no solo hablamos de mensajes privados, comentarios o publicaciones humillantes. Debemos saber que también se utilizan grupos de conversación creados para criticar o burlarse de otros menores, o perfiles falsos con los que se hacen pasar por la víctima para ridiculizarla públicamente y hacerle daño.


Recordemos que en Internet, los ataques pueden producirse a cualquier hora durante los siete días de la semana, y por lo tanto el efecto en la víctima es más grave. Hace años por ejemplo, podían publicar un anuncio de connotación sexual falso en un periódico, o pintarlo en una pared del instituto para humillar a un compañero/a. Ahora es posible publicarlo en la Red, donde el impacto y la repercusión es mucho mayor.


Además, cada poco tiempo aparecen nuevos fenómenos, como el #RoastMe, un hashtag o etiqueta que en principio se creó con una finalidad cómica y divertida, pero que los menores utilizan para pedir en las redes sociales que insulten a la víctima. De forma parecida, el #doxing o #doxxing, es una técnica de acoso que consiste en conseguir información privada y extorsionar al menor con revelarla, o directamente hacerla pública en la Red, en páginas de anuncios o espacios donde el menor se puede ver perjudicado socialmente.


Lógicamente, se trata de modas sociales o prácticas que los menores usan de forma malintencionada, pero que se basan en funciones que en sí mismas no son negativas. Lo mismo ocurre con otras tendencias, como llamar a la víctima distorsionando la voz, grabando la conversación para amenazar después con difundirla públicamente, o grabar ataques físicos o bromas pesadas en vídeo con sus móviles, para luego divulgarlo entre sus contactos.


¿De qué sirve conocer estas nuevas formas de ciberacoso?


Principalmente debemos saber qué está ocurriendo en su mundo virtual para saber cómo prevenir el problema y detectar posibles casos de acoso. Es habitual que las víctimas tiendan a esconder esta realidad de los adultos que las rodean, por vergüenza, culpabilidad, o pensando que no sabrán cómo ayudarles a solucionar la situación.


Por eso es importante conocer que el ciberacoso no solo ocurre en las redes sociales. Por ejemplo, también puede darse en otras aplicaciones, como aquellas que ofrecen sistemas de mensajería anónima, por ejemplo Tellonym o Sarahah. Son aplicaciones creadas para relacionarse socialmente de forma positiva, pero los acosadores pueden utilizarlas para atacar mediante mensajes públicos o privados, y sistemas de puntación con los que se burlan del aspecto o la popularidad de la víctima.


Se dan casos también en foros y comunidades virtuales, en principio espacios creados para conversar sobre temáticas concretas y aficiones. Pero los acosadores pueden localizar estas páginas web frecuentadas por la víctima y molestarla mientras las utilizan. Incluso puede ocurrir en herramientas de trabajo colaborativo en el entorno educativo, como Google Presentations o Google Docs, donde es posible añadir comentarios o editar el trabajo de los compañeros/as para atacarlos.


Por último, también debemos prestar atención a los juegos utilizados por menores, tanto en videoconsolas como ordenadores o dispositivos móviles, porque muchos tienen opciones de mensajería o perfiles públicos. En estos entornos pueden seguir surgiendo ataques si los menores no saben cómo usarlos con responsabilidad y seguridad.


Promover el uso positivo de Internet


Es cierto, la variedad de herramientas y aplicaciones que pueden utilizar para herir o menospreciar a un compañero/a es amplia, pero el problema no está en la tecnología. Culparla del mal uso que hagan los menores no es lógico ni va a solucionar el problema de base: los acosadores pueden utilizar cualquier otro medio. Por ello, debemos insistir en fortalecer valores educativos y saludables para el uso de Internet, tanto para evitar que sean víctimas como para fomentar el rechazo ante la figura del acosador y sus colaboradores.


¿Por dónde empezamos? Es fundamental desarrollar una autoestima saludable, que permita que el menor sea empático, tolerante y respetuoso. Simultáneamente, es necesario mejorar su educación digital para favorecer un cambio en las actitudes del menor. Así, será partícipe de las repercusiones psicológicas, emocionales, físicas y legales que cada situación de ciberacoso trae consigo.


Como siempre decimos, los niños y niñas no nacen sabiendo utilizar Internet de forma innata. Tienen que aprender a usar bien las redes sociales y aplicaciones, y conocer que todas poseen herramientas de denuncia, centros de ayuda o incluso estrategias concretas para frenar este problema. Podemos poner en práctica lo aprendido con recursos didácticos que resulten dinámicos y divertidos, como el juego de Kahoot ‘¿Sabes actuar contra el ciberacoso?’ o ‘La escalera de Internet: tolerancia cero al ciberacoso’. Desde INCIBE, tenemos además una Línea de Ayuda en ciberseguridad, el teléfono gratuito 017, disponible para cualquier menor, familiar o educador/a que necesite orientación sobre el ciberacoso o pautas para gestionar una situación de este tipo.


Como conclusión, recordemos que cualquier aplicación puede usarse de forma positiva o negativa, la clave está en las capacidades del menor para utilizarla con responsabilidad. Necesita poseer los conocimientos del entorno digital y los mecanismos de reporte. Mantenerse actualizado/a puede facilitar nuestra labor de mediación parental y la detección de señales de alerta que nos hagan reaccionar.