¿Quien dijo que jugar a videojuegos no sirve de nada? A buen seguro que más de unos padres a sus hijos, temiendo que perdieran demasiado tiempo delante de las pantallas en algo que no les sería útil en la vida. Pues, a partir de ahora, sus ‘retoños’ ya les podrán responder que sí, que están haciendo algo de provecho para su futuro profesional: prepararse para ser controladores aéreos.
Y es que, según NBC News, la FAA (Federal Aviation Administration, la administración federal estadounidense que regula la aviación civil en el país) está buscando perfiles de gamers para su escuela de controladores aéreos.
La cadena estadounidense publicaba hace unos días un reportaje fruto del acceso que ha tenido a la escuela de controladores aéreos de la FAA. Como en muchos otros lugares del mundo, los Estados Unidos sufren una carencia de trabajadores en este sector, y según el mismo reportaje, mientras que la FAA cuantifica en 1.300 los controladores que faltan en el país para cubrir un servicio óptimo, NATCA (National Air Traffic Controllers Association) incrementa dicha cifra hasta los 3.500 profesionales.
Pese a estar bien pagada, la profesión de controlador aéreo está sujeta a un alto grado de estrés, ya que cada controlador debe manejar una gran cantidad de datos en tiempo real, con las vidas de las tripulaciones y los pasajeros de los aviones dependiendo de su buen hacer.
Es precisamente la capacidad de los gamers para gestionar un gran número de datos en tiempo real en pantallas de ordenador, lo que hace atractivo este perfil para los reclutadores de la FAA.
Pensemos en un juego de estrategia a tiempo real como Warcraft III, en el cual se deben recolectar recursos de distintos tipos en múltiples localizaciones de un mapa, a la vez que se producen vehículos y tropas, y se construyen edificios, pero todo ello no de cualquier manera, sinó ajustándonos a una estrategia.
Bien jugados, este tipo de videojuegos llevan a desarrollar las cualidades de concentración, coordinación, conciencia espacial, y reacción en un breve espacio de tiempo, que son las que necesita un controlador aéreo para ejecutar bien su trabajo, pese a que el nivel de estrés al que está sometido es notablemente superior al de un gamer.