La crisis provocada por las medidas tomadas ante el avance del COVID-19 (Coronavirus) ha afectado profundamente a las bolsas y las empresas en todo el mundo y a todos los niveles, desde las grandes multinacionales hasta el pequeño autónomo, pasando por las pequeñas y medianas empresas.
En China, país en el que la enfermedad empezó a atacar y que ya se encuentra en fase de empezar a superar la crisis subsiguiente, el gobierno está apostando fuerte por el uso de la tecnología Blockchain aplicada al sector financiero, uno de los más dañados por estas semanas en las que la actividad comercial se ha ralentizado hasta casi pararse por completo.
Nos informa de ello Global Times, publicación en inglés sobre la actualidad de China, poniendo para ello el ejemplo del China Everbright Bank, entidad bancaria que ha lanzado Guangxintong, un producto de financiación basado en la tecnología del blockchain.
Guangxintong ya ha ayudado, según explican en la misma publicación, a un productor de vino del país asiático, a conseguir fondos para cubrir la debacle económica por la que ha pasado a raíz de la presente crisis.
Ya en febrero de este mismo año, y en plena epidemia del COVID-19 (todavía no había sido declarado como pandemia por la OMS), el previsor el banco central de China publicó un conjunto de reglas para utilizar la tecnología Blockchain en las aplicaciones del sector financiero. Su objetivo: estandarizar los productos y facilitar su interoperabilidad, permitiendo a los desarrolladores disponer de una guía para que su producto tenga lugar dentro de un ecosistema establecido... y controlado.
Mucho se ha hablado ya -y en todas partes- sobre las virtudes de la cadena de bloques para certificar operaciones financieras, ventas de títulos, transferencias de todo tipo, y documentos legales de muchas clases. La tecnología ha sido, por el momento, irrompible, y parece que no peligra su seguridad por lo menos hasta que la computación cuántica se generalice (y ya veremos si más allá también).
El problema es que se ha empezado a desarrollar basándose en ella y, muchas veces, sin tener en cuenta factores de interoperabilidad y compatibilidad. Y también se ha generado mucho ruido mediático como la típica “tecnología de futuro”, mucho ‘hipe’, como dicen los anglosajones.