Mientras en Hong Kong siguen luchando en las calles por sus libertades, en el resto de China el gobierno va teniendo cada vez más controlados a sus ciudadanos gracias a la tecnología.
La última medida, que entró en vigor este pasado domingo 1 de diciembre, obliga a las operadoras de telecomunicaciones a escanear el rostro de quien quiera dar de alta una nueva línea telefónica en una tienda física, según indica Arab News a partir de la información hecha pública por el Ministerio de Industria y tecnología de la Información de China.
Además, y para comprobar la identidad de la persona, se utilizará la inteligencia artificial o cualquier otro medio automatizado para cotejar los datos biométricos de la persona solicitante con las bases de datos existentes en el país.
Recordemos que el gobierno chino está construyendo una de las redes gubernamentales de reconocimiento facial más grandes del mundo, según han venido informando diversos medios de comunicación desde hace meses.
Dicha red ya estaría en servicio tanto para premiar el comportamiento de los que son considerados buenos ciudadanos, como para reprimir a la disidencia. El caso de la minoría uigur, no solamente reprimida, sino que también ha sufrido el internamiento de miles de personas (una cifra que podría llegar al millón) en campos de internamiento y reeducación forzosa, es un ejemplo paradigmático de los usos que las autoridades chinas pueden dar al reconocimiento facial masivo.
El argumento que esgrimen las autoridades del país asiático para justificar la medida es el habitual: que se hace para proteger los legítimos derechos y los intereses de los ciudadanos.
Esta nueva norma viene a reforzar de una forma muy potente gracias a la biometría, la anterior normativa que fijaba que las líneas de teléfono deben ser contratadas con nombre real de la persona.