La primera causa de muertes provocadas por el cáncer es la metástasis, la reproducción de un tumor en otro lugar del cuerpo. Unas veces podemos vencer al cáncer, pero este deja tras de sí una serie de “hijos bastardos” (en la acepción más insultante del término por el efecto que provocan) que se encargan de esparcir el mal por diferentes rincones del cuerpo.
Esto es así debido a que los tumores en expansión liberan células al torrente sanguíneo, células que se desprenden y que, tras circular junto a nuestra sangre, van a “establecerse” en otras partes de nuestro organismo, lejos del tumor original en el que fueron creadas. Y, en este nuevo lugar, dan origen a otro tumor.
Un grupo transnacional de científicos, procedentes en su mayoría de los Estados Unidos, pero también con miembros de Rusia y Alemania, firman los resultados de una investigación publicada recientemente en el magazine Science Translational Medicine, en el cual explican un método basado en la tecnología del láser para detectar y destruir las células cancerígenas cuando estas están circulando por el torrente sanguíneo.
Mediante un aparato emisor de láser de baja intensidad, se bombardea -desde el exterior de la piel- la parte del cuerpo a examinar. Las células cancerígenas absorben más la energía emitida con la luz de láser, con lo que se calientan y se expanden.
Al expandirse, estas células emiten unas ondas sonoras, que son debidamente captadas mediante un pequeño transductor de ultrasonidos instalado en el exterior de la piel, al lado del emisor de láser. Gracias a ello, es posible detectar estas células con gran exactitud.
Las pruebas realizadas hasta el momento lo han sido con pacientes de melanoma, un tipo de cáncer cuyas células son todavía más sensibles y absorben aún una mayor cantidad de energía.
“Matando” el cáncer
Si el aparato continúa liberando energía en forma de luz láser de baja intensidad, al absorber todavía mayor cantidad, en las células cancerígenas se empiezan a formar burbujas de vapor, que acaban colapsando al crecer en exceso, un proceso que termina con la destrucción mecánica de la célula.
Según los datos facilitados por los investigadores que han conseguido este hallazgo, la nueva terapia ha funcionado, en pruebas, con mucha más eficiencia que las mejores terapias existentes hasta el momento, detectando células cancerígenas en 27 de cada 28 pacientes.
En lo que respecta a la ratio de destrucción de estas, ha sido de un espectacular 96%, prácticamente garantizando que va a ser imposible la reproducción del tumor mediante metástasis.