Desde Gagadget.com se hacen eco de la publicación en una cuenta de Telegram pro-rusa, del informe sobre un ataque a un aeródromo de Kursk, en el cual se afirma que los atacantes ucranianos emplearon drones Corvo PPDS de la compañía australiana SYPAQ, cuya principal característica es estar hechos de cartón, y que habrían causado daños a cinco aviones de combate Su-30 y MiG-29, así como a un par de sistemas de defensa antiaérea Pantsir-S1 y varios radares del sistema antiaéreo S-300.
Mientras que la publicación habla concretamente de dieciséis de estos drones, la fuente original rusa solamente cita “una gran cantidad” de estos, sin entrar en el número concreto utilizado.
El SYPAQ Corvo PPDS (de Precision Payload Delivery System) es un dron de un solo uso fabricado en cartón y cintas elásticas, que monta un motor eléctrico y que fue concebido inicialmente para la entrega de suministros y equipamiento a lugares en los que hacer llegar la logística convencional es difícil. Puede llevar una carga de tres kilos por aparato, que llega a los seis si hablamos de la versión HL (de Heavy Lift).
Aunque según la página web de la compañía fabricante, estos drones parecen más destinados a llevar a cabo tareas logísticas que ataques como arma, el ejército ucraniano ya ha demostrado más de una vez y de dos que tiene suficientes recursos e inventiva para producir armas o vehículos y dispositivos que ayuden al esfuerzo de guerra a partir de diseños que no han sido concebidos para el campo de batalla, así que no es difícil imaginar que hayan podido realizar una conversión de dicho modelo de dron.
Pero ¿por qué cartón? En primer lugar, porque implica bajo coste y, además, el Corvo PPDS llega al punto donde debe ser utilizado, plegado en una forma plana, y se despliega fácilmente por parte de una persona sin requerir de grandes conocimientos técnicos.
A partir de aquí, se lo programa para que aterrice en el lugar que el operador quiera, y se lanza, no requiriendo de más comunicaciones, por lo que es completamente autónomo.
Finalmente, otra cuestión, esta ya puramente táctica: al estar hecho de un material no metálico, es invisible al radar. Según la fuente rusa que daba la noticia, el aeródromo de Kursk (del que no indica el nombre) estaba protegido por las habituales medidas de inhibición de señales de radio, radares de detección (de objetos metálicos, claro), y baterías de ametralladoras antiaéreas con visores nocturnos, detectores de calor, y balas trazadoras).
Ante esto, un dron de cartón con motor eléctrico, que no genera ningún tipo de ruido ni señal de radar, debe haber caído del cielo como por arte de magia, sin que el personal de la base supiera qué estaba pasando exactamente.
No obstante, la escasa carga que pueden llevar estos aparatos hace pensar que los aviones y sistemas antimisiles rusos solamente sufrieron daños, lo cual es una contrariedad, pero a buen seguro que casi todos podrán volver pronto a sus puestos.
Otro dato a tener en cuenta es que el alcance máximo de estos drones es de 120 kilómetros, solamente en la versión que puede llevar tres kilos de carga. Este dato, y que la frontera con Ucrania se encuentra a más de 100 km de Kursk, lleva a pensar que el ataque fue lanzado desde las inmediaciones de la base, aprovechando la facilidad de transporte de los Corvo.
Por el momento, la información sobre el ataque no ha sido confirmada por fuentes oficiales.