Los Estados Unidos continúan aplicando una política agresiva contra China en lo concerniente a tecnología. Si en el pasado han limitado las exportaciones al gigante asiático de chips y software, ahora le toca el turno a un terreno en el que ambos países compiten por la supremacía: la computación cuántica.
Y, cuando digo que compiten por la supremacía, lo digo literalmente: la supremacía cuántica consiste en que un ordenador cuántico resuelva un problema que, hasta ahora, ningún ordenador clásico ha sido capaz de resolver. Y desde China ya han afirmado que habían logrado dicha hazaña.
El Departamento de Comercio de los Estados Unidos dictaba un bloqueo a las exportaciones de tecnología para ordenadores cuánticos a China, amparándose en el peligro que esta supone para el ámbito militar.
Con una gran potencia de cálculo que deja muy atrás la de los ordenadores tradicionales, los ordenadores cuánticos pueden emplearse para descodificar comunicaciones que hayan sido codificadas empleando algoritmos muy sofisticados y, por lo tanto, permitiendo a los servicios secretos y al aparato militar chino, inmiscuirse en las comunicaciones militares estadounidenses.
Esto, además, en un momento en el que las amenazas chinas contra la soberanía taiwanesa se multiplican en forma de incursiones en el espacio aéreo de la isla.
El Departamento de Comercio del gobierno de los Estados Unidos ha elaborado una lista con ocho empresas chinas a las cuales ha prohibido que las empresas norteamericanas vendan la tecnología necesaria para la computación cuántica.
Vale la pena citar que, tal y como explica CNET, los Estados Unidos están trabajando en un programa de criptografía que pueda resistir los embites de un ordenador cuántico, algo para lo cual también se necesita de otro ordenador cuántico.
Otro elemento que puede ser un motivo nada desdeñable para este veto es el prestigio que aporta conseguir la supremacía cuántica, y al cual los Estados Unidos no deben querer renunciar en favor del que ahora se erige, junto con Rusia, como su principal rival por la hegemonía mundial.