En el tablero del juego geopolítico mundial, la de los semiconductores es una ficha cada vez más preciada, hasta el punto de que los principales gobiernos del mundo han incluido este sector tecnológico en su agenda de geoestrategia para los próximos años.
La Unión Europea, por ejemplo, hace ya tiempo que está impulsando un tejido industrial propio, y el gobierno estadounidense intenta volver a componer una industria que migró hace años principalmente a Taiwán, aunque también a China, por los bajos costes de producción.
Son los mismos Estados Unidos quienes, ahora, se han mostrado interesados en expandir sus intereses en el sector de los semiconductores a América Latina y, más concretamente, a México, Costa Rica y Panamá.
La elección de estos países no debe extrañarnos: geográficamente cercanos a los mismos Estados Unidos, con quienes mantienen fluidas relaciones y que, históricamente, han estado bajo su influencia directa. Además, son países en principio neutrales en la guerra fría que los Estados Unidos mantienen con China, por lo que no serían objeto de ataques por parte de este país, o de Rusia, en el caso que estallara un conflicto entre dichos países y los EEUU.
En el caso de un eventual ataque chino a Taiwán, la conquista de la isla asiática podría suponer el casi monopolio de China sobre la industria de los semiconductores, puesto que actualmente de Taiwán sale el 70% de la producción mundial en esta área.
El secretario de estado estadounidense, Antony Blinken, anunció la Iniciativa de Semiconductores del Hemisferio Occidental durante el encuentro ministerial de la Asociación de las Américas, celebrado hace unos días en Washington, y aunque la iniciativa no es nueva, puesto que ya fue presentada por el presidente Biden en la Cumbre de las Américas de 2022.
Blinken destacó que el programa surgió del Simposio de la Fuerza Laboral de Semiconductores de las Américas, celebrado en Costa Rica en enero, y subrayó que los líderes locales están identificando formas en que la región puede desempeñar un papel más importante en la cadena de suministro global de esta tecnología crítica. También afirmó que la iniciativa potenciará la capacidad de los países para ensamblar, probar y empaquetar semiconductores.
Por su parte, José Fernández, subsecretario de crecimiento económico de los EEUU, declaró que el Banco Interamericano de Desarrollo apoyará la iniciativa en colaboración con empresas privadas que ya operan en la región.
La falta de personal capacitado es un hándicap para el establecimiento de este tipo de industria, ya que se necesita gran cantidad de personal altamente cualificado. Para poder abastecer las infraestructuras de producción con dicho personal, se necesitan años formando a los profesionales, lo que nos lleva a que la inversión sea a medio/largo plazo.
Costa Rica, una de las beneficiarias del plan, ya ha recibido en el pasado una inversión de 1.200 millones de dólares en forma de una planta de ensamblaje y prueba de chips de Intel.