La irrupción en masa de la inteligencia artificial probablemente revolucionará, en unos pocos años -si no lo está haciendo ya- un terreno en el que pocos están pensando: el telemarketing.
Automatizar la tarea de realizar centenares o miles de llamadas al día, que actualmente se realiza en grandes centros llenos de personal (la mayor parte de ellos en países donde el coste laboral sale más barato), en un pequeño centro de datos con unos cuantos servidores, o llevarlo a la nube para que sea independiente de la localización, será no sólo un gran paso adelante para los propietarios de este tipo de negocio, sino un quebradero de cabeza para el resto de los mortales.
Porque, si a día de hoy ya se nos asalta con campañas de venta de todo tipo de cosas por teléfono (incluso en el móvil) ¿qué no va a pasar cuando esto se simplifique, se agilice, desciendan los costes y, por lo tanto, sea también más barato contratar un servicio de este tipo?
No sé a usted, amigo lector, pero a mi no son pocas las veces que me llaman, especialmente de operadoras telefónicas (tanto la mía, con la que tengo contratada la línea, como la competencia) al móvil para ofrecerme su servicio.
Y estoy hablando de un mercado en el cual el telemarketing, como la venta por catálogo, no tiene un peso específico en el mercado como en otros países, como en los Estados Unidos.
Allí precisamente nos convendría mirar en previsión de un futuro que está al caer, ya que el senado ha dado luz verde a una propuesta de ley para endurecer la ley contra las llamadas publicitarias automatizadas ilegales, dando así una tregua a los ciudadanos que quieren vivir tranquilos sin que a la hora de comer les llamen para ofrecerles los productos más variopintos.
Las multas no son moco de pavo: hasta 10.000 dólares por cada una de las llamadas realizadas, mientras que la revocación de la licencia de actividad pasa de uno a tres años, en los cuales la empresa no podrá realizar este servicio.
Las operadoras también son requeridas a impedir las prácticas de spoofing por parte de estas empresas, consistentes en simular que la llamada procede del mismo prefijo local que el receptor de la llamada, un engaño muy común para que el destinatario coja el teléfono confiado.
Si le extraña la dureza de estas medidas, sólo debe pensar en un detalle: los aproximadamente 327 millones de habitantes de los Estados Unidos recibieron, el año pasado, veintiséis mil millones (26.000.000.000) de llamadas automatizadas, lo que representa 79,5 llamadas por habitante, una cada cinco días. Y, de éstas, un 25% procedente de robocallers ilegales.
En prevención de que las estrategias aplicadas por las empresas de telemarketing -y, especialmente, aquellas dirigidas a los más indefensos como la gente mayor- puedan volverse más agresivas con el progresivo aumento de la automatización y la IA que permita mantener conversaciones con programas, creo que deberíamos mirar a lo que están haciendo en los EEUU y empezar a trabajar en una ley propia.