Aunque todos sabíamos intuitivamente que existía, los médicos todavía no lo podían diagnosticar. Hasta ahora, que la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha incluido el agotamiento en la clasificación internacional de enfermedades (ICD-11, por sus siglas en inglés).
El agotamiento (burnout en la terminología utilizada en inglés) se define como “un síndrome conceptualizado como resultado de un estrés crónico sufrido en el lugar de trabajo que no ha sido gestionado de forma correcta”.
A partir de aquí, se definen las tres dimensiones que lo caracterizan:
- sentimientos de agotamiento de la energía o de encontrarse exhausto
- aumento de la distancia mental respecto al trabajo, o sentimientos de negatividad o cinismo relacionados con el trabajo
- reducción de la eficacia profesional
La OMS también deja bien claro que lo que define como agotamiento se refiere única y exclusivamente al ámbito laboral, y no debe aplicarse para describir experiencias en otras áreas de nuestra vida.
Desconexión digital: una primera vacuna
Este transtorno tiene mucho a ver con el ritmo de trabajo actual; hace años, cuando los ordenadores portátiles empezaban a ser suficientemente competentes para sustituir a un PC de sobremesa en un puesto de trabajo, recuerdo haber visto revistas de informática que prometían un futuro en el que optimizaríamos nuestro horario laboral, pudiendo aprovechar cualquier momento y situación para adelantar trabajo y disfrutar de más tiempo libre. Dicho de otra forma, el teletrabajo nos liberaría.
Mentira, lo que nos hemos acabado encontrando es, en la mayoría de los casos, que el ritmo de trabajo y las exigencias son mayores, y que el hecho de estar disponible y localizable a todas horas hace que no podamos desconectar del trabajo. El smartphone, los portátiles y la conectividad omnipresente han hecho que las sociedades occidentales hayan caminado hacia un punto en el que los trabajadores no dejan de serlo cuando salen de la oficina.
Aquí debemos sumar otros factores, como una precariedad laboral galopante que lleva, en muchos casos a tener que aceptar trabajos de muchas horas mal remuneradas, con lo que el agotamiento al cabo de un tiempo no puede sorprender a nadie.
Una de las primeras medidas para evitar esta enfermedad consiste en permitir al trabajador desconectar del trabajo, disfrutar de sus ratos de ocio sin estar sometido al estrés del trabajo.
Para garantizar esta posibilidad de desconexión, la legislación española contempla, desde este pasado mes de diciembre, el derecho a la desconexión digital.