El Pentágono se ha esforzado en acercar la innovación al ejército estadounidense con la fundación en 2012 de la Strategic Capabilities Office (SCO), organismo encargado de buscar nuevos usos a sistemas militares tanto comerciales como gubernamentales a punto de ser descatalogados, y en 2015 con la Defense Innovation Unit (DIU), cuyo cometido es empujar al ejército para que adopte tecnología comercial emergente.
No obstante, estas dos entidades van bastante por libre y, por lo tanto, acaban trabajando muchas veces en tecnologías y formas de uso que no le son prácticas al soldado en el campo de batalla.
Es por ello que, según informa el sitio web nortamericano National Defense, Doug Bush, secretario del ejército para la adquisición, la logística y la tecnología, ha pedido que las fuerzas armadas de aquel país puedan tener personal en las conversaciones previas a la adopción de cualquier proyecto, ya que podrán aportar el punto de vista del usuario.
Esta situación reproduce en cierta forma el típico problema que nos encontramos entre el desarrollador y el usuario: mientras uno hace las cosas acorde a unos estándares que garantizan la calidad del software, el otro espera una interfaz de usuario adaptada a su forma de trabajar y que sea simple.
Siendo imposible contentar a todos y cada uno de los usuarios, el punto medio entre ambas posturas es difícil de encontrar, y siempre acaban defraudados tanto el desarrollador como el usuario.
Como ambas agencias y, especialmente, la DIU, tienen las manos libres para explorar el mercado privado civil, pueden llevar a cabo una tarea que, en la práctica militar, tendría la categorización de ‘reconocimiento’, entendiéndose en este caso como la exploración del ámbito corporativo civil para identificar las tecnologías que pueden ayudar al ejército en el cumplimiento de sus misiones.
La introducción de una figura de enlace del ámbito militar entre el personal de la DIU posibilitaría, según Bush, mejorar la identificación de tecnologías clave y descartar otras que el equipo de contratación puede ver como promisorias, pero que poco ayudarán al soldado en el campo de batalla.
O, incluso, aplicaciones a tecnologías en las que el equipo de contratación no haya pensado.