Por primera vez en la historia ha sido primero el medio y luego la innovación. Todos los inventos y progresos de la humanidad aparecían como resultado del nacimiento de una necesidad. Ahora no, ahora se crea primero el medio y luego aparece la necesidad.
En el mundo de los libros ha sucedido así desde la aparición del primer e-book. En realidad sólo unos pocos saben o pueden sentir las comodidades de tener un libro digital. Aquellos que se ven obligados a cargar grandes números de libros de un lugar a otro. Estudiosos, amantes de la lectura y otros son estos sujetos que bendijeron al cielo la aparición del libro digital. El gran resto de lo mortales veían en el e-book una forma “cool” de leer en el metro.
Por fin podemos afirmar que ha nacido la necesidad que se aplica al libro digital: el neolibro. Este concepto se adscribe a un tipo de libro que permite interactuar. Los mismos usuarios son los que pueden añadir contenidos a los libros que leen. Imágenes o músicas se adscriben a un texto.
El sector editorial, ya de por sí intensamente apocalíptico, ante esta noticia se ha posicionado de distintas formas. Muchos consideran que el llamado app-book beneficiará enormemente a los libros de contenidos científicos o de información general haciendo que los usuarios puedan aportar nuevas ideas a los contenidos o fotografías allí donde no las haya. De todos modos en el mundo de la ficción el debate es más dispar. Algunos consideran que esta medida será interesante para hacer que ciertos pasajes de un libro tengan un hilo musical que acompañe al lector. A opiniones gustos.