El prestigioso rotativo norteamericano New York Times denuncia un claro caso de abuso de la tecnología de reconocimiento facial que se ha dado en el país, concretamente en Nueva York.
El escándalo ha surgido a raíz de las denuncias de diversos abogados, de distintos bufetes, pero a los que une una característica: todos ellos, y con distintos clientes, han presentado denuncia contra MSG Entertainment, la empresa familiar que gestiona arenas de entretenimiento como el popular Madison Square Garden, donde se practican deportes como el baloncesto y el hockey hielo, la sala de conciertos Radio City Music Hall, o los restaurantes y discotecas del Grupo Tao.
Dichos abogados denuncian públicamente, y así se hace eco de ello el NYT, de que les han impedido la entrada a eventos deportivos o conciertos en los locales que MSG regenta en Nueva York. El motivo esgrimido es que el enfrentamiento judicial con dichos bufetes es que “el litigio crea un entorno inherentemente adverso”.
Pero, por si ustedes, amigos lectores, no se lo han preguntado todavía, ya explicito yo la pregunta subyacente en estos incidentes: ¿como pudo el personal de seguridad de la entrada de estos espacios, reconocer a los abogados de los bufetes que representan a quienes se querellan contra la empresa que los contrata?
La respuesta es simple: reconocimiento facial. Todos los locales cuentan con cámaras conectadas, y un software funcionando en el backend que es el encargado de informar al personal sobre cuándo debe impedir la entrada de alguien al edificio.
¿Y con qué datos ha nutrido MSG este software de reconocimiento facial? Pues el artículo del NYT refiere a las fotografías de perfil de los abogados que se encuentran en las páginas web de sus respectivos bufetes.
Si bien el uso de tecnología de reconocimiento facial es legal en Nueva York, no lo son las listas de exclusión para asistir a eventos, y menos por motivos tan peregrinos como trabajar para los bufetes de abogados que representan a litigantes contra la empresa gestora, puesto que la medida de exclusión afecta tanto a los abogados que representan directamente a estos litigantes, como a los demás que trabajan en los mismos bufetes, aunque no guarden ninguna relación con los casos que enfrentan a sus bufetes contra MSG.
De hecho, y ante tentaciones de culpar a la tecnología de reconocimiento facial, como en todo en esta vida, debemos pensar que puede ser muy útil para tareas como, por ejemplo, impedir la entrada en casinos a personas que sufren adicción al juego y que han solicitado voluntariamente que no se les deje entrar en estas salas de juego.
Para más detalles sobre este caso, les recomiendo la lectura del artículo del NYT.