La gran seguridad que demuestran las criptomonedas ante ataques de fuerza bruta (dejando de lado estafas que utilicen técnicas de ingeniería social) recae en su fundamento, en el uso de la tecnología Blockchain (en inglés, ‘cadena de bloques’) que, a base de réplicas en servidores remotos que deben ser cambiadas al unísono, se ha demostrado hasta ahora completamente imbatible.
No obstante, el problema de abrir la cadena de bloques por fuerza bruta no es otro que la capacidad de cálculo bruto que pueda ejercitar un ordenador o un conjunto de ellos. Y aquí es donde entra en juego la computación cuántica.
Basada no en posiciones binarias que pueden adoptar un uno o un cero como valor, sino en una serie de valores difusos por cada unidad mínima de información (llamada bit en la informática digital moderna basada en el silicio, qubit si hablamos de computación cuántica), la informática cuántica puede aportar al mundo no solamente la potencia para realizar los cálculos necesarios, si no también la velocidad para hacerlo simultáneamente en todos los servidores remotos y en todos los bloques que sean necesarios para alterar una información como, por ejemplo, quien es el poseedor de una unidad de criptomoneda.
Actualmente, la informática cuántica se encuentra en una fase experimental, pese a que China afirmaba recientemente haber conseguido la supremacía cuántica por delante de los Estados Unidos.
Por lo tanto, tener un ordenador cuántico no se encuentra al alcance de todo el mundo; caros de fabricar y difíciles de mantener, también requieren de personal dedicado con conocimientos específicos, que no se encuentra en cualquier facultad de informática de cualquier universidad del mundo.
Así pues, y a corto plazo, las posibilidades de que la Blockchain sufra un ataque exitoso perpetrado por fuerza bruta son pocas, y los actores serían en cualquier caso estatales, aunque de cara al futuro las posibilidades son preocupantes.
Por ejemplo, tenemos el caso de Shenzhen SpinQ Technology, una empresa de la que ya hablamos hace algunos meses y que ofrece ordenadores cuánticos a unos 5.000 euros. Aunque es dudoso que puedan acabar cumpliendo con las especificaciones necesarias para llevar a cabo este tipo de actos delictivos, pueden constituir un primer paso para un día acabar consiguiendo dicha finalidad.