A medida que dejamos más atrás en el tiempo el periodo que va desde finales de la década de los setenta del siglo pasado, hasta finales de la de los ochenta, gana un mayor interés para los aficionados de la tecnología, que lo ven como la “era dorada” de la microinformática de ocho bits.
Pero, más allá de una curiosidad para los geeks más freaks del mundo de la tecnología, o de poder servir de piezas de museo, ¿qué ventajas puede tener revivir un dispositivo tecnológico de hace unas décadas y, por lo tanto, poco avanzado? Y, lo que es más ¿qué ventajas puede tener utilizarlo en un rol activo?
Un artículo de Klint Finley publicado en GitHub nos revelaba, hace poco menos de un par de años, las ventajas que estos dispositivos tienen, así como otros un poco más modernos pero ya vetustos, y el rol que juega en un satisfactorio revival de “viejos cacharros” el open source, que permite poner algunas de sus funcionalidades al día para poder comunicarse con sistemas existentes más modernos.
El primer ejemplo es el de un organizador personal Newton de Apple, lanzado al mercado en 1993 y que fue discontinuado en 1998, pero que en 2005 fue recuperado por Morgan Aldridge para volver a ponerlo en el servicio activo, después de descartar las PDA’s Palm, los dispositivos en boga en aquellos años.
Todavía hoy, y pese a haberse agenciado un iPad, Aldridge sigue utilizando el Newton para determinadas tareas, y facilita su interacción con plataformas de computación modernas gracias al trabajo de una comunidad de desarrolladores libres que se dedica a buscar soluciones para los problemas del organizador personal de Apple, y que se aglutina en torno a recursos en línea como NewtonScript y el archivo de United Network of Newton Archives.
Los motivos de Aldridge para seguir con el Newton son, básicamente, su usabilidad y resiliencia, y que cuando se le acaba la batería, no pierde los datos, a diferencia de otros asistentes digitales personales de la misma época.
La implicación de la comunidad de desarrolladores en código libre es clave en la preservación y uso de estos dispositivos ya antiguos, ya que facilita el desarrollo tanto de herramientas de conexión a los ordenadores y la tecnología moderna, como software compatible con los últimos estándares, consiguiendo con ello que, de alguna manera, esta tecnología sea antigua, pero no quede del todo obsoleta.
La preservación de la tecnología como patrimonio también es otro de los beneficios de la restauración y uso de la retrotecnologia, puesto que el software y los contenidos digitales son fáciles de copiar y respaldar, pero pueden ser difíciles de ejecutar sin el hardware y sistemas operativos originales, y pese a los numerosos emuladores existentes actualmente; servicios históricos de la Internet, como Prodigy, AOL o Compuserve, dependían en su momento de software propietario y servidores que ya no existen. La restauración de estos sistemas ha sido un reto monumental, aunque no imposible, reza el artículo de Finley.
Finalmente, y en el plano educativo, la mayor simpleza del diseño electrónico de los dispositivos antiguos facilita el aprendizaje de conceptos básicos de electrónica. Sistemas como las Game Boy o el anteriormente mencionado Apple Newton, son lo suficientemente simples como para que una persona pueda comprender en detalle cómo funciona cada componente, algo que hoy en día, con la complejidad del hardware y software moderno, resulta casi imposible.
Y, de hecho, la Game Boy ya ha sido utilizada para el aprendizaje, pero eso es algo que explica en detalle el artículo de Klint Finley.