La supuesta relación entre el uso de teléfonos móviles, y el aumento de las posibilidades de sufrir tumores cerebrales y otras dolencias es un asunto espinoso ante la opinión pública, aunque la ciencia cada día parece tenerlo más claro -aunque a veces es poco escuchada en favor de dogmatismos-, y un nuevo estudio viene a demostrar que tal relación no existe.
El estudio, publicado en el JNCI (Journal of the National Cancer Institute) de la Universidad de Oxford, se ha realizado sobre una población de un millón de mujeres del Reino Unido.
Según Jessica Jones, profesora asistente de oncología en la McGovern Medical School de la UTHealth Houston, y en el Memorial Hermann Health System, también en Houston, el mundo vivió un pico de casos de cáncer entre 1975 y 1992 y, además, los casos de cáncer de cerebro aumentaron entre 1995 y 2008, un aumento que según la profesora Jones podría haber sido detectado por algunas tendencias de la época, en la que los teléfonos móviles comenzaban a proliferar pero, no obstante, aseguró que “este estudio ha analizado tantas personas enfermas que podemos dar fe de que los teléfonos móviles no provocan tumores cerebrales”, tal como se hace eco PPLWare, el portal de noticias tecnológicas de la portuguesa Sapo.
Los avances en la ciencia médica pueden haber contribuido también a detectar mejor los tumores cerebrales, cuando antes se diagnosticaba tal vez otra patología como causa de la muerte. En este caso, habría coincidido en el tiempo la explosión en el uso de teléfonos móviles con las mejoras para afinar el diagnóstico del cáncer de cerebro.
Los propios autores del estudio no consideran, sin embargo, que este sea completo, ya que no toma en cuenta el tiempo de uso de los teléfonos móviles, pese a que a día de hoy, se supone que la muestra es suficientemente amplia como para disponer de una buena imagen de una sociedad cada vez más digtalizada y ‘colgada’ de sus smartphones.
Tampoco se han analizado datos de niños ni de adolescentes, solamente de personas mayores de edad, cuando realmente son las generaciones más jóvenes las que viven ‘pegadas’ a las pequeñas pantallas de sus móviles.