El objetivo fundacional de Fairphone, una compañía de corte social que tiene su sede en los Países Bajos, es el de diseñar y producir smartphones de una forma más respetuosa con el medio ambiente y con todos los suministradores de la cadena de producción, de una forma ética y transparente, provocando a su vez un impacto social positivo.
Este planteamiento se materializa en prácticas como la compra ética de los materiales necesarios para producir los terminales, evitando aquellos que puedan ser el resultado de prácticas carentes de ética para los trabajadores, como los mineros del coltán, para los que la compañía busca que tengan unas condiciones de trabajo dignas.
También se lleva a la práctica mediante una conceptualización modular del terminal, que facilita su reparación y ampliación y que, por lo tanto, permite alargar su vida operativa haciendo menos necesarios los cambios de teléfono cada pocos años para mantenerse al día y poder ejecutar las últimas versiones del sistema operativo Android y las aplicaciones.
No es la única iniciativa que ha nacido con esta vocación, ni la de los smartphones es la única área donde se dan este tipo de iniciativas; por ejemplo, solo hace falta echar un vistazo a Framework, un fabricante de ordenadores portátiles modulares que facilita la actualización de sus equipos no solamente en el apartado de memoria RAM o unidades de almacenamiento, sinó incluso actualizando el procesador, lo que permite alargar la vida útil del resto del equipo.
La iniciativa de Fairphone no sería posible sin que el apartado software también brinde a los usuarios una amplia longevidad, y esto es lo que ofrece la versión 5 de su teléfono, recientemente lanzada y que ya podemos pre-reservar a través de la página web de la fabricante a un precio de 699 euros: hasta ocho años de actualizaciones del sistema (hasta 2031) garantizadas, más que cualquier otro terminal de cualquier otra compañía fabricante.
De hecho, las actualizaciones son un factor esencial para garantizar la continuidad de un smartphone, puesto que las de seguridad cubren agujeros en el sistema y las aplicaciones que, de no ser parcheados, pueden convertirse en una vía para que los ciberdelincuentes accedan fácilmente a los datos del propietario, así que el fin de vida del ciclo de mantenimiento de las actualizaciones de seguridad, es uno de los principales motivos para que los consumidores cambien de terminal.
No es, obviamente, lo único que exhibe el Fairphone 5 como motivo de compra (aunque, para mí, esta longevidad es el principal motivo): dispone de un sistema principal de cámara con dos objetivos de 50 megapíxeles con un gran angular y un ultra gran angular (1/1,56” con 1 µm, y 1/2,51” con 0,7 µm respectivamente) y sensor TOF 3D para las instantáneas que requieran de sensorizar la profundidad como la aplicación de un efecto bokeh, mientras que la cámara frontal también dispone de un sensor de 50 Mpx (1/2,76" y 0,74 µm) y la capacidad de grabar vídeo a 4K.
Basado en un microprocesador Qualcomm QCM 6490 de ocho núcleos a 2,7 GHz al que acompañan 8 GB de RAM, y una GPU Qualcomm Adreno 642L, dispone de 256 GB de almacenamiento interno, que podemos ampliar mediante un slot para tarjetas microSD con capacidad para hasta 2 TB.
La pantalla es una OLED de 6,46 pulgadas que ofrece una resolución de 1224x2700 píxeles, y monta un procesador Pixelworks para mejorar tanto los colores como la calidad de la imagen. Proporciona un brillo de 880 nits y una tasa de refresco de 90 Hz, y está producida en cristal Gorilla Glass 5.
Como he comentado antes, este terminal también facilita su reparación, que los más “manitas” podrán llevar a cabo en su propio hogar con unas pocas herramientas como un destornillador.
Su carcasa está realizada 100% en plástico reciclado, y propone un diseño muy cuidado que a buen seguro gustará a todo el mundo.