Actualizado el 17/12/2024

icon Facebook icon Twiiter icon RSS icon EMAIL
  1. Portada
  2. >
  3. Noticias
  4. >
  5. GitLab, el paradigma del teletrabajo

GitLab, el paradigma del teletrabajo

Escrito por Guillem Alsina el 18/02/2020 a las 19:03:19
2092

Hace tiempo que se cantan las virtudes del teletrabajo: minimizar desplazamientos (con el consiguiente ahorro y menor contaminación generada), mayor comodidad (yo mismo lo practico y, muchas veces, en pijama sentado en el sofá de casa...), y se apuesta por su introducción en las empresas, cosa que se hace con una disparidad de ritmo. Evidentemente, la industria tecnológica lidera su implantación.


Pero ninguna lo lleva al extremo de GitLab que, por no tener, no tiene siquiera sede física. Es lógico que, con esta carencia, no disponga de lugar para acoger a trabajadores.


GitLab ofrece servicios de alojamiento de código fuente para proyectos de software, con funcionalidades de trabajo colaborativo y control de versiones. Es, dicho de otra forma, el perfecto aliado de los equipos de programación compuestos por varias personas o, incluso, por desarrolladores individuales.


Gracias a GitLab, los desarrolladores pueden recuperar, por ejemplo, versiones anteriores del código para eliminar partes que introducen errores, o seleccionar del nuevo código introducido qué novedades aceptar y cuáles desechar.


Otra herramienta similar es GitHub, que en 2018 fue adquirida por Microsoft.


Sólo un apartado de correos


Como decía antes, GitLab no dispone de sede física, tan sólo un buzón de correo físico en una oficina de UPS, algo así como nuestros apartados de correos. Lo cuentan, junto con más detalles en este artículo del San Francisco Chonicle.


GitLab fue el primer unicornio ucraniano (compañía valorada en más de mil millones de dólares) y la única de las tecnológicas que ha logrado dicha estatus en contar con una estructura totalmente descentralizada.


Todos y cada uno de sus 1.150 empleados trabaja desde su hogar (o desde una habitación de hotel, cafetería Starbucks, o tumbona en la piscina), e incluso su CEO, Sid Sijbrandij, trabaja también desde su apartamento ubicado en el centro de San Francisco.


Ventajas, pero también inconvenientes


Gracias a que su fuerza de trabajo es enteramente remota y a no necesitar oficinas, GitLab se ahorra este precio en alquileres ofreciendo una total flexibilidad a sus trabajadores. Muchos de estos son, según indica Sijbrandij, esposas de militares norteamericanos, las cuales cambian cada cierto tiempo de ubicación acompañando a sus maridos. Esta flexibilidad sería imposible con oficinas físicas.


No obstante, el artículo del San Francisco Chronicle también hace mención al caso de IBM, que llegó a tener el 40% de su plantilla trabajando en remoto pero que, a partir de 2017, cambió de estrategia para volver a reunir a sus trabajadores bajo un mismo techo, por lo menos durante la jornada laboral.


Probablemente, el fracaso de IBM y el éxito de GitLab se deba a que proceden de dos culturas corporativas radicalmente diferentes: mientras que ‘Big Blue’ es una empresa con más de un siglo de historia a sus espaldas (108 años, para ser exactos) con una cultura corporativa de larga tradición, GitLab es una compañía de nuevo cuño, que ha ido creciendo de una startup a una gran empresa y, por lo tanto, probablemente mucho más permeable a los cambios y a las formas radicalmente distintas de trabajar respecto a lo habitual, que IBM.


Obviamente, es determinante el hecho de que GitLab ofrezca un servicio y no algo que dependa de fábricas y tiendas, a que esto pueda ser posible. Las consultas técnicas se pueden resolver mediante correo electrónico, e incluso a día de hoy es posible contratar una línea telefónica virtual para dar servicio 24/7 desde cualquier lugar del mundo, contando con la posibilidad de que la utilicen distintos trabajadores en diversos lugares del mundo. Sólo se necesita una buena coordinación.


Muchas empresas ya empiezan a descentralizar algunas de sus posiciones, las que pueden permitirse. No obstante, esto implica no solamente una serie de controles y salvaguardas para garantizar que el trabajo se haga, y se haga bien, sino también de que encaje con la cultura corporativa, o cambiar esta hasta lograr que encaje.