Que nadie se asuste porque no vamos a explicar una retorcida forma de manipular el ADN humano para almacenar ficheros digitales y pasar así información de forma secreta, como en una buena peli de espías, o bien de provocar terribles mutaciones dando lugar a horrendos monstruos, como en una mala peli de terror. No, el tema es mucho más inocuo y prometedor.
Según podemos leer en la prestigiosa revista Nature, un equipo de científicos del Instituto Technion en Haifa y el Centro Interdisciplinario (IDC) de Herzliya (Israel) ha hallado la forma de codificar información digital en moléculas sintéticas de ADN.
El uso de ADN proporciona ventajas frente a los métodos tradicionales ópticos y mecánicos en dos aspectos: la densidad de la información (esto es, la cantidad de bits almacenados por cada unidad de volumen del almacenamiento físico), y su estabilidad a largo plazo.
Esta última es evidente si pensamos que el ADN de muchos animales lleva millones de años sin sufrir cambios.
En el apartado de la densidad, las magnitudes hechas públicas por el equipo de científicos israelíes da vértigo: en un gramo de materia creada con el ADN codificado cabrían entre 10 y 200 Petabytes de información digital.
Para poder hacernos una idea de lo que esto supone, si tenemos que como media una película en alta definición nos ocupa 1 Gigabyte, en 10 Petabytes podríamos almacenar 10 millones de películas. Toda la cinematografía mundial (¿se han llegado a producir 10 millones de películas, si descontamos los vídeos domésticos, en toda la historia de la humanidad?) en un gramo de materia.
Las primeras pruebas ya han sido realizadas por el equipo que ha hecho posible este logro, aunque con una cantidad de información mucho más modesta: unos 20 Megabytes en total, con un resultado más que satisfactorio.
Para poder leer la información almacenada, se hace necesario secuenciar el ADN en el que esta se encuentra, un proceso todavía caro y que tiene un tiempo de espera excesivo si consideramos las necesidades ordinarias de inmediatez de cualquier usuario. Es por ello que, ahora mismo -y durante un largo plazo de tiempo- no será posible utilizar esta forma de almacenamiento en nuestro día a día, si es que algún día llega a hacerse viable.
Para lo que sí puede ser útil, gracias a su alta densidad de almacenamiento, es para guardar copias de seguridad de, por ejemplo, gran número de contenidos que queramos preservar para su disfrute por parte de generaciones futuras.
Así, grandes cantidades de libros, películas, fotografías y software, podrían ser almacenados en múltiples ubicaciones para asegurar que nunca se pierden. Si en la Alejandría clásica hubieran tenido esta tecnología, todavía disfrutaríamos de los libros que se perdieron irremediablemente en su incendio.