La 'remasterización' de videojuegos está de moda; esto consiste en tomar un título ya con cierta antigüedad (pero que en su momento haya sido exitoso) y, sin variar -al menos no ostensiblemente- sus mecánicas de juego, actualizar sus gráficos para aprovechar la potencia del hardware actual.
Lo hemos visto en títulos conocidos de sagas como Resident Evil, Total War, Halo, Hitman, o Crash Bandicoot, y en títulos de culto como The Last of Us.
La remasterización de videojuegos es, sobre todo, un arte practicado por los estudios y las productoras que, de esta forma, dan un caramelo a los fans del título original, que pueden seguir jugándolo en las nuevas plataformas y exprimir todo su potencial y, de paso, dichas empresas también se ingresan algún dinero de un producto que ya está desarrollado y que sólo hace falta actualizar (lo cual, si se quiere hacer bien, tampoco es tarea fácil), pero también por parte de los aficionados.
Según explica el blog OneZero, dedicado al impacto de la tecnología en la sociedad, los aficionados a los videojuegos han estado desarrollando tecnología basada en inteligencia artificial para realizar, por ejemplo, el reescalado desde los entornos pixelados en dos dimensiones propios de los juegos de los 80 y 90.
Según dicho post, una de las herramientas empleadas por este colectivo de aficionados son los algoritmos ESRGAN, capaces de generar texturas para imágenes en alta resolución, partiendo de imágenes equivalentes en baja resolución.
Dichas herramientas forman parte de la familia GAN (siglas en inglés de Red Generativa Antagónica), que consiste en herramientas para generación de imágenes en las cuales trabajan dos algoritmos de inteligencia artificial distintos y complementarios: uno encargado de generar la imagen (en este caso, la textura que se aplicará a los objetos 3D del juego), y el otro de verificar que dicha textura luce realista. Para la generación de la imagen, el algoritmo ESRGAN parte de una imagen existente en baja resolución.
Para escalar imágenes a una mayor resolución, lo que hace el algoritmo es fijarse en las variaciones de color entre píxeles de la imagen para insertar el detalle que ‘cree’ debe ir ahí basándose en las imágenes que ha visto previamente.
Los aficionados a la remasterización de videojuegos han entrenado estos motores con imágenes extraídas de otros videojuegos y de cómics, pero su trabajo se limita a tocar las texturas, mientras que los estudios aprovechan la disponibilidad del código fuente para tocar los diseños en 3D e, incluso, la mecánica.