Es un tópico que las burbujas informativas y de relaciones que nos creamos gracias a las redes sociales, nos aíslan del ‘mundo real’ y nos envuelven en un entorno en el que las opiniones acaban siendo siempre reforzando y retroalimentando nuestras posiciones sociopolíticas.
Ello, en casos concretos, conduce a una radicalización, como en el caso de los yihadistas que organizaciones como Estado Islámico radicalizan en los países occidentales gracias a los contenidos que cuelgan en Internet y los foros por los que se mueven, y que luego reclutan bien para realizar actos terroristas en los mismos países, o para ir a luchar a Siria u otros lugares.
Pero, ¿es Internet un medio que realmente contribuye a una mayor y más rápida radicalización? ¿que, en definitiva, potencia dicho proceso?
Los analistas John Letzing (editor digital e inteligencia estratégica) y Andrew Berkley (líder de tecnología inmersiva y contenido) del Foro Económico Mundial, han realizado una análisis que matiza dicha afirmación.
Para su estudio, ambos han empleado la base de datos PIRUS, que reúne los datos de las personas que se han radicalizado en los Estados Unidos (ya sea en el supremacismo blanco o en el yihadismo entre otras tendencias) desde 1948, año en el que se empezaron a emitir boletines de información nocturnos en la televisión. Los datos que han tomado han sido desde dicha fecha hasta 2018.
Estos datos se han convertido en una representación gráfica, en la que se puede ver rápidamente que las redes sociales han incrementado su rol en la radicalización de los individuos a lo largo de estos últimos años, algo normal si tenemos en cuenta la gran penetración de Internet y las redes sociales en dicho periodo, en el que han llegado a mucha más gente en todos los rincones del mundo.
Entre 2005 y 2010, solamente en los Estados Unidos un 27% de las personas radicalizadas que fueron detectadas, se radicalizaron eminentemente a través de interacciones en las redes sociales. En el periodo que va de 2011 a 2016, dicho porcentaje aumentó hasta el 73%.
Los autores citan un estudio publicado con anterioridad este mismo año que profundiza en el rol de Internet en la radicalización, el cual revela por ejemplo que si bien los vídeos de decapitaciones publicados en las redes sociales por Estado Islámico constituyen los contenidos más buscados, tras varios estudios se ha determinado que no constituyen una fuente de radicalización. Así pues, la causa última hay que buscarla en otros puntos.
Según las conclusiones del estudio citado, la falta de compromiso moral general sería la culpable última de la radicalización aunque, eso sí, Internet es una correa de transmisión muy buena para los contenidos de quienes buscan la radicalización de otras personas.