Es chocante que, en un país tan tecnológico como Japón, y con una población envejecida (la natalidad ha sufrido un descenso brutal en las últimas décadas), la telemedicina haya sido limitada hasta ahora por el propio gobierno, según nos explican desde la agencia Reuters.
De hecho, su adopción se encuentra por detrás de otros países, como los Estados Unidos, China o Australia. También podemos pensar que se trata de una cuestión cultural (desconozco este particular, pero sería una posibilidad).
Su uso ha venido siendo limitado solamente a una serie de enfermedades, y en los casos de pacientes recurrentes. Pero llegó el Nuevo Coronavirus y lo cambió todo.
Durante el confinamiento, las autoridades niponas se han visto obligadas a relajar las restricciones que tenían impuestas a la práctica de la telemedicina, ampliando en primer lugar el número de las enfermedades que permiten tratar y, en segundo, permitiendo a los médicos realizar primeras visitas de forma remota a través de videoconferencia.
Un brillante futuro para un país con déficits en su sistema médico
Además de una población que se está envejeciendo y que, por lo tanto, requiere de mayores cuidados médicos y más personal, Japón sufre también de escasez de doctores en el ámbito rural, algo que puede ser paliado mediante la telemedicina.
Habiendo probado su efectividad, las empresas niponas de Internet esperan un futuro de brillante crecimiento en el sector para poder dotar de soluciones de telemedicina a un sistema sanitario que, en gran medida, carece de ellas.
Line, por ejemplo (y siguiendo con el artículo publicado por Reuters) está preparando apresuradamente un servicio que acercará la atención médica a los 84 millones de usuarios que afirma tener en Japón.
Esto, a su vez, podría abrir a las empresas extranjeras que dispongan de soluciones en el ámbito de la telemedicina, las puertas del mercado japonés. Será cuestión de estar atentos.