El ejecutivo de Shinz? Abe ha añadido las empresas tecnológicas y del sector de las telecomunicaciones a la lista de sectores que cuentan con restricciones a la inversión de capital extranjero. O, dicho de otra forma, para Japón, la industria tecnológica es, a partir de ahora, considerada estratégica.
Esta nueva regla entrará en vigor a partir del próximo 1 de agosto, y obligará a que los inversores que posean más de un 10% o que quieran adquirir una participación igual o superior a ésta en una empresa tecnológica nipona, a someterse a una inspección por parte del gobierno del país del sol naciente, que podría llegar incluso a bloquear la operación.
Representantes del dicho gobierno adujeron razones de ciberseguridad para impedir que la seguridad del estado se ponga en jaque.
Pese que ni China ni Huawei han sido mencionadas, todo el mundo entiende que el objetivo de la medida es, principalmente, el de impedir que el gobierno chino pudiera ganar acceso a las tecnologías desarrolladas en Japón y utilizadas en industrias críticas del ámbito civil o en industrias militares, y hacerse con ellas en beneficio propio.
Japón mantiene abierto con China un conflicto por la posesión de las islas Senkaku (llamadas Diaoyutai en chino), y el gobierno nacionalista de Abe ha tensado más la cuerda con desaires como la visita ceremonial al Santuario de Yasukuni, donde están sepultados diversos criminales de guerra japoneses (Segunda Guerra Mundial).
Abe también tiene buena sintonía con Donald Trump, como ha puesto en escena la visita de este último a Japón hace pocos días.
Es en este contexto, y en el de la expansión tecnológica y empresarial china (además de mostrar mayor músculo militar), que Japón se ha alineado con EEUU aunque su ataque a Huawei no sea explícito.