A algunas personas, sobre todo aquellas más desconocedoras de la realidad del sector tecnológico, les puede sorprender que una entidad como la CNCF (Cloud Native Computing Foundation) reconozca las contribuciones que una empresa como Spotify ha hecho al mundo del software libre. Porque ¿no es Spotify una compañía del sector musical? Sí y no.
Desde luego, la materia prima con la que trabaja Spotify es la música (y también las personas que la disfrutan), pero la forma en la que esta música llega a los usuarios de la plataforma es a través de la tecnología, vía aplicaciones móviles, de escritorio, o su solución en la nube. Y tras cosas que aparentemente parecen simples como las recomendaciones de nuevos intérpretes o canciones, se encuentra el desarrollo de complejos algoritmos basados en inteligencia artificial.
Spotify se adhirió a la comunidad de usuarios finales de la CNCF a principios de 2018, en un momento en el cual la compañía migraba su infraestructura de cloud nativo hacia una infraestructura basada en Kubernetes para convertirse -en palabras de la CNCF- en una activa usuaria de proyectos como Argo, FluentD, OPA, gRPC, o Envoy, además de Kubernetes.
La infraestructura de Spotify incluye más de 150 clústeres Kubernetes que corren unos 2.800 servicios sobre todo el ciclo de vida del software. Además, la compañía sueca también ha contribuido con 27.000 líneas de código a 13 proyectos distintos de la CNCF.
En 2020, el proyecto Backstage (promovido por la propia Spotify), consistente en una plataforma para la construcción de portales de desarrollador, fue aceptado como proyecto por la CNCF y, a partir de aquí, adoptado por empresas como Roku, Zalando, American Airlines o Peloton entre otras. Además, el crecimiento de dicho proyecto ha sido exponencial, contando actualmente con 280 contribuyentes externos, y añadiendo entre 6 y 8 nuevos cada semana.
Los miembros del equipo de Spotify también cuentan con representación en la comunidad de la CNCF, con varios cargos.