A base de decretos -de los que no entraré a valorar aquí su idoneidad-, la nueva administración Trump está revolucionando distintas áreas. Futuramente, dicha revolución podría llegar a los vehículos autónomos.
Según diversos analistas estadounidenses, se espera que la nueva administración sea más permeable a las propuestas de los fabricantes de vehículos para dar mayores facilidades a realizar pruebas de estos en entornos reales, es decir, en calles de ciudades, carreteras y autopistas.
Si tomamos como referencia el primer mandato del actual presidente, la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras por sus siglas en inglés) podría abolir regulaciones anteriores para reducir las trabas a la innovación, además de crear nuevas regulaciones que faciliten, precisamente, la realización de pruebas en entornos reales por parte de la industria automovilística.
El principal incentivo en este nuevo enfoque sería ganar una tracción que, ahora mismo, tienen los fabricantes chinos, y que los estadounidenses no han cuidado tanto pese a que en ciudades como San Francisco (el área de la Bahía, para ser más concretos) no es extraño ver robotaxis circulando.
Otro punto que la administración Trump podría cambiar consiste en la declaración de los datos de los accidentes de tráfico protagonizados por coches autónomos por parte de las compañías fabricantes, que ahora es obligatorio.
Nuevamente, la referencia aquí es la legislación AV TEST que la anterior administración Trump impulsó, y que ponía énfasis en un enfoque cooperativo, con la voluntariedad por parte de las compañías de ceder los datos a las agencias gubernamentales.
La inversión y ayudas federales a la I+D en el sector también podrían incrementarse, y los empresarios del sector tecnológico que han apoyado de una u otra forma al magnate en su retorno a la Casa Blanca, estarán sin duda interesados en que se flexibilicen las reglas relativas al desarrollo de los coches autónomos, puesto que sus empresas constituyen los partners naturales de los fabricantes de automóviles para dotar a sus vehículos de ‘inteligencia’.