La inteligencia artificial cambiará muchas cosas en el futuro a medio y largo plazo de la humanidad, y una de ellas podría ser los campos de batalla (aunque mejor sería que dejaran de existir).
En una mesa redonda celebrada durante el Global Emerging Technology Summit organizado por la NSCAI (National Security Commission on Artificial Intelligence) estadounidense, el vicesecretario general de la OTAN, el rumano Mircea Geoaña, hizo referencia a esta tecnología como emergente y disruptiva, realizando un llamamiento a los bloques aliados para que colaboren en este terreno, según informa la misma organización.
Para ello, extendió la mano a la Unión Europea y la OCDE, organizaciones que incluyen aquellos países aliados o afines con la OTAN.
El objetivo de este llamamiento internacional es el de ocupar una posición líder en el desarrollo de soluciones y aplicaciones de inteligencia artificial a partir de la cooperación entre las distintas partes, además de protegerse ante amenazas externas, una crítica velada (aunque suficientemente explícita) a Rusia y China sin llegar a nombrarlas, pues ambas potencias son actualmente las que rivalizan con la OTAN en el ciberespacio.
La OTAN se encuentra actualmente ultimando su primera estrategia en lo que respecta a la inteligencia artificial, una estrategia en la cual se apela al uso responsable de dicha tecnología.
Junto a la inteligencia artificial, hay otras seis tecnologías en las que la OTAN se focalizará a lo largo de los próximos años: big data, autonomía (referida a las capacidades de vehículos autónomos), computación cuántica, biotecnología, tecnología hipersónica, y tecnología espacial. Tecnologías, todas ellas, que tendrán un impacto sobre el campo de batalla.
Para poder investigar y desarrollar sobre estas tecnologías, la OTAN ha tomado la decisión de crear un centro acelerador de innovación transatlántico y un fondo fiduciario vinculado. Esta infraestructura sería la utilizada para la cooperación internacional.