En lo digital, la Unión Europea tiene un plan o, más bien, una brújula: el Digital Compass, una hoja de ruta para lograr una serie de objetivos en 2030. Y entre los puntos más ambiciosos de dicho plan, dado a conocer muy recientemente, destaca poderosamente la intención de la UE de convertir al continente europeo en el proveedor de una quinta parte de los microchips que la industria tecnológica mundial necesita.
Actualmente, el liderazgo en fabricación de semiconductores en todo el mundo lo ostenta el continente asiático, con un 70% de la producción, seguido de los Estados Unidos que copan un 22% y, finalmente, el viejo continente con un discreto 8%.
Ejemplos como el de la alemana Bosch, líder mundial en suministro de chips para la industria automotriz que recientemente abrió una nueva factoría en Dresde, son escasos, pese a que paradójicamente, la Unión Europea sí lidera el área de producción de maquinaria para la fabricación de chips, con la firma holandesa ASML dominando el sector de las máquinas fotolitográficas.
La Brújula Digital de la UE busca garantizar la soberanía tecnológica del viejo continente no solamente con el incremento de la producción de chips, sino también en otras áreas que en Europa se consideran clave, como la inteligencia artificial, la 5G, o el Blockchain. Por ejemplo, desde la Comisión Europea se quiere que para el 2030 todos los hogares europeos disfruten de conectividad 5G y acceso a velocidad Gigabit a Internet.
La computación cuántica es otro de los objetivos clave, y desde la CE se han puesto el objetivo de que en un periodo de cinco años, la UE cuente con el primer ordenador cuántico construido aquí.
Thierry Breton, comisario europeo para el mercado interior, asegura que Europa está bien posicionada para conseguir los objetivos marcados, que cuenta con buenas compañías, excelentes centros de I+D, y un gran apoyo académico, además de disponer de la voluntad política y la financiación.
Sobre este último aspecto, la cifra que la CE quiere invertir da vértigo sólo de leerla: 134.500 millones de euros (un 20% del total del fondo de respuesta ante la COVID) destinados a proyectos tecnológicos.