Los que somos más ‘tecnófilos’ hemos oído hablar, ni que sea en algún momento, de infraestructuras definidas por software, como con las redes (SDN, por las siglas de Software Defined Network), pero el vehículo definido por software (SDV) es un concepto nuevo y que todavía queda lejos de la mayoría de nosotros por novedoso, incluso para los más tecnófilos (geeks, frikis, llamadlos cómo queráis), pero que ya se maneja en la industria automovilística.
Así lo explica James Falkiner, analista tecnológico en IDTechEx, y autor del informe “Vehículos conectados y definidos por software 2024-2034: mercados, previsiones y tecnologías” en el que detalla la rápida evolución de este concepto y su impacto en la industria automotriz, en este artículo en la revista online Electronicsforu.com.
En esta nueva forma de entender el vehículo, el software que lo equipa y permite que disponga de una serie de funcionalidades, se convierte en el elemento central de la experiencia de usuario. En este sentido, tenemos desde los sistemas de navegación asistida que ayudan a trazar una ruta para el conductor humano, hasta los más avanzados sistemas de inteligencia artificial que, directamente, conducirán el vehículo por nosotros.
Con todos los elementos del vehículo conectados a un ordenador central, las actualizaciones del software de dicho ordenador dictaminarán si el vehículo puede ofrecer mejores prestaciones en algún apartado como, por ejemplo, una conducción autónoma más segura y/o más diversificada en cuanto a la elección de las rutas por las que pasa, o bien una ‘percepción’ más aguda de su entorno. O cosas tan simples como nuevas opciones de entretenimiento para los pasajeros.
Pero para que esto sea una realidad, los vehículos deben convertirse en verdaderas plataformas informáticas móviles, algo que hoy en día ya va camino de suceder; factores como la potencia del ordenador de a bordo, las distintas conectividades integradas, o la autonomía del vehículo, serán claves.
La integración del software influye en todo: desde el número y tipo de las pantallas integradas, hasta la arquitectura hardware del mismo ordenador de a bordo, pasando por los niveles de autonomía del vehículo, que dejará de ser un simple medio de transporte para evolucionar hacia la experiencia.
En su artículo en Electronicsforu.com, Falkiner define cinco niveles de los SDV, que nos recuerdan a los otros tantos niveles de conducción autónoma de la SAE: en el nivel cero, los vehículos tienen una influencia mínima del software, limitada a la radio básica. A medida que se avanza, los niveles uno y dos incluyen capacidades de software mejoradas como la conectividad básica y sistemas de infoentretenimiento. Los niveles tres y cuatro, como los últimos modelos de BMW, muestran una integración avanzada del software con conectividad 5G y amplias capacidades de aplicaciones, influyendo significativamente en la experiencia de conducción.
Los SDV de nivel cinco están a la vanguardia, con capacidades de conducción autónoma completa y una integración de software capaz de transformar el concepto de vehículo.
La revolución de las actualizaciones inalámbricas
Las OTA (actualizaciones inalámbricas, por sus siglas en inglés) marcarán un antes y un después en el mantenimiento de los vehículos. Por ejemplo, Tesla se enfrentó a un proceso de ‘recall’ de unos dos millones de coches en Estados Unidos debido a un problema con el sistema Autopilot (concretamente, con la funcionalidad de dirección automática), que había provocado diversas colisiones con otros coches.
Este proceso, que en otro tiempo hubiera significado que todos y cada uno de estos coches pasaran por un taller mecánico, se solucionó mediante una actualización del software del Autopilot, que se distribuyó de forma inalámbrica, ahorrando esos dos millones de desplazamientos al taller e inaugurando una nueva era, copiando el sistema utilizado por los fabricantes de smartphones.
Otra funcionalidad que, según Falkiner, llegará con fuerza a los SDV, son los pagos desde el vehículo, que lo convertirán en un dispositivo similar a una tarjeta de crédito, aunque ello requerirá de una mejora sustancial en la seguridad.
Finalmente, el rol de los asistentes digitales integrados en los vehículos no hará más que crecer, ya que la figura del conductor humano tiende a su desaparición, y los asistentes se convertirán en una herramienta más de distracción y diversión para los pasajeros a bordo, además de ayudar con diversos elementos de la ruta a recorrer.
