Desde el principio de los tiempos, en la guerra ha existido la propaganda; Ramsés II se atribuyó la victoria en la batalla de Qadesh, que el Imperio Egipció libró contra el Imperio Hitita, y que acabó con un resultado poco claro que los historiadores han coincidido en declarar como un empate técnico. Pero el faraón quiso pasar a la posteridad como el gran vencedor por motivos propagandísticos, en lo que también podemos considerar una de las primeras fake news de la historia, lo que valida la famosa frase atribuida al senador californiano Hiram Johnson: “la primera víctima de una guerra es la verdad”.
Si bien con el paso del tiempo y la evolución de la tecnología, el soporte y las formas de la propaganda ha cambiado, su esencia sigue siendo la misma, ya sea plasmada en carteles a lo largo de la primera mitad del siglo XX, o radiada o televisada en la segunda: se trata de levantar los ánimos del bando propio, y degradar la moral del bando contrario, o generar confusión en su seno.
En pleno siglo XXI, las redes sociales conforman la moderna ágora digital donde todo el mundo se reúne y discute. Es, por lo tanto, el lugar indicado para intentar influenciar las opiniones de los demás.
El think tank británico del ámbito de la defensa Wavell Room da un repaso, en este artículo a las distintas formas que las fuerzas armadas británicas tienen de influenciar al enemigo mediante la propaganda o similares técnicas y tácticas.
Obviamente, entre estas ideas que se delinean, encontramos las referentes al uso de redes sociales, partiendo de la base de que cualquiera puede generar contenido que se acaba viralizando. Como ejemplo de acciones individuales capaces de galvanizar todo un movimiento, los especialistas de The Wavell Room citan las primaveras árabes.
Otro ejemplo de uso de Internet para prácticas de propaganda que podían acabar fácilmente con la recluta de combatientes es el que practicó Estado Islámico durante años.
La conclusión del think tank es que para poder influenciar a las personas individuales que están u ofrecen su apoyo en el otro bando, las fuerzas de defensa británica deben ser capaces de generar contenido verosímil y consistente, y extenderlo a través de tantas plataformas como les sea posible.
En definitiva, es necesario tener una narrativa en la cual encajen los argumentos expuestos por la parte británica en futuros conflictos (o para prevenirlos minando la moral del enemigo).
Además de la influencia a través de la propaganda (online u offline), el artículo de Wavell Room también pasa por técnicas como el control mental, o sembrar problemas personales entre los enemigos o potenciales enemigos para desviar su atención de una causa mayor. El autor del texto ya advierte que no entra en las consideraciones morales, sinó que simplemente expone los caminos y, a partir de aquí, debe haber un debate sobre lo que es o no es lícito.