Que los usuarios han alargado el ciclo de renovación de sus terminales, especialmente en el caso de los flagships, queda fuera de toda duda, pese a que las marcas continúan empecinadas en presentar uno de estos terminales premium cada año.
Entre los diversos factores que nos llevan a esta dilatación en el ciclo de renovación de los terminales, tenemos la madurez del mercado de los smartphones, los avances técnicos que se han centrado, principalmente, en cámaras mejores pero sin grandes variaciones entre las distintas generaciones (lo cual ha llevado a esperar dar un salto tecnológico de dos o tres generaciones como mínimo a los usuarios), y el auge de los reacondicionados y el mercado de segunda mano.
La presión de las autoridades reguladoras, tanto en los Estados Unidos, como en la Unión Europea, debido a los agujeros de seguridad que puede contener el software no actualizado de un smartphone ya vetusto, ha jugado también un papel importante en esta prolongación de las actualizaciones del sistema operativo y aplicaciones.
Brian X. Chen, columnista del New York Times sobre temas de electrónica de consumo, destaca en este artículo cómo Google y Samsung ya están ofreciendo siete años garantizados de actualizaciones de software para sus principales modelos que, hasta hace poco, disfrutaban de solamente tres años, como es el caso del Pixel 8, el más nuevo modelo de la marca, así como el Galaxy S24 para Samsung.
En el caso de Google, dicha compañía también ha ampliado hasta una década el soporte de actualizaciones para el sistema operativo ChromeOS y los ordenadores Chromebook.
Apple también se ha comprometido a garantizar hasta cinco años de actualizaciones de seguridad como mínimo para sus iPhone, terminales que habitualmente duran mucho en las manos de sus poseedores, con la excepción de aquellos forofos de la marca de la manzana mordida que se ven impelidos a estar siempre a la última con el modelo de año de este teléfono, y para los cuáles también existe un boyante mercado de segunda mano.