Las empresas en general, pero sobre todo las tecnológicas, han abrazado el cambio que supone el teletrabajo, tendencia acelerada por la reciente pandemia de COVID-19, que forzó a ello durante unos meses y propició la adaptación definitiva de muchos lugares de trabajo.
Esta tendencia preocupa al alcalde de la ciudad estadounidense de Seattle, Bruce Harrell, ya que dicha urbe que es uno de los polos atractores para las empresas tecnológicas del país. Y le preocupa por una ecuación muy simple: al haver en el día a día menos trabajadores en el centro de la ciudad, muchos de los cuales pueden venir de pueblos y ciudades cercanas, la actividad comercial decae y, con ella, los ingresos municipales vía impuestos.
De hecho, y según informa GeekWire, la propuesta de presupuesto municipal para el período 2023-24 ya prevé un descenso de las arcas municipales debido a esta situación. Según afirma el mismo Harrell, los trabajadores que cada día realizan su trabajo en el centro de la ciudad es un 40% del total que lo hacía en época pre-pandémica.
No solamente se trata de una disminución de los impuestos fruto de la actividad comercial, sinó de que al potenciar el teletrabajo, las grandes empresas pueden mudarse a ciudades y pueblos más pequeños, que disfruten de buenas conexiones (en todos los sentidos, a Internet y de transporte) para ubicar allí sus oficinas con un coste inferior.
Amazon, una de las compañías tecnológicas más destacadas de Seattle (la otra es Microsoft, aunque también Apple y Meta cuentan con presencia allí en forma de centros de desarrollo) ya ha abierto nuevas sedes en la próxima Bellevue, frenando con ello su crecimiento en Seattle.
Este fenómeno también abre la puerta a la posible especulación, en forma de promotores inmobiliarios que exijan grandes bajadas de precios para invertir porque el mercado no es capaz de absorber todo el stock de edificios y terrenos edificables.
Finalmente, lo peor que le puede pasar a Seattle -y esto podría ser extrapolable a otras urbes- es un fenómeno como el que ha sacudido a Detroit en las últimas décadas al ser abandonada por la industria automovilística: ir perdiendo recursos y población, hasta llegar a pasar serias dificultades y tener que redefinirse como ciudad en un marco de decrecimiento.