Todos hemos escuchado alguna vez que existen bancos de semillas convenientemente preservados en latitudes polares para que, en el caso de un cataclismo de dimensiones planetarias, sobrevivan las distintas especies de plantas si es que queda alguna forma de vida inteligente para poder llegar allí, encontrarlas y plantarlas de nuevo cuando las condiciones de habitabilidad del planeta puedan volver a permitirlo.
Microsoft ha hecho lo propio pero con software y, concretamente (y aunque parezca paradójico) con aplicaciones de software libre, mediante Github, un servicio online de repositorio de software y control de versiones muy utilizado para proyectos de código libre, que la compañía de Redmond adquirió en 2018.
El Archivo Mundial Ártico es un depósito de contenidos digitales que se encuentra en un emplazamiento seguro en el archipiélago de las Svalbard, en el cual los contenidos se almacenan fuera de línea (y, por lo tanto, fuera del alcance de los ciberataques) en soporte piqlFilm-GO, parecido al microfilm, y que puede durar en condiciones de ser leído durante milenios (teóricamente; por motivo evidente, nadie ha podido comprobarlo hasta ahora) si las condiciones medioambientales de conservación son de un entorno frío, seco, y bajo en oxígeno. En resumen: idóneo para el ártico.
Además, la bóveda en la cual se protegen estos contenidos también dispone de la tecnología necesaria para leer los contenidos, de forma que cuando alguien entre allí tras un cataclismo, podrá ver lo que haya almacenado.
6.000 proyectos de software libre
El núcleo y otras partes de los sistemas operativos Linux y Android se encuentran entre una primera entrega que abarca seis millares de aplicaciones, y de las cuales se irán añadiendo nuevas versiones.
Por el momento, Github ha contratado con Piql (la empresa que gestiona el Archivo Mundial Ártico) unos 24 Terabytes de espacio de almacenamiento, en el cual irá volcando periódicamente en el archivo.
El archipiélago de las Svalbard queda, mediante un tratado internacional, como una área desmilitarizada y, en principio, fuera del alcance de cualquier arma nuclear, por lo que en teoría, debería ser uno de los pocos lugares del mundo que sobreviva a los impactos directos y los efectos más fuertes de la radiación, debido que no está cerca de los objetivos principales.