Una noticia pone nuevamente de relieve el poder destructor que tiene la red. De forma resumida: Un joven americano se suicida saltando de un puente al verse repetidamente sometido a burlas por su compañero de habitación en la universidad. El joven suicida había sido grabado en dos ocasiones practicando sexo homosexual con otro joven. Esas imágenes fueron colgadas por el homicida pasivo en la red.
Como consecuencia de ello el estudiante que colgó las imágenes en la red se enfrenta a una pena de hasta cinco años. La jurisdicción estadounidense se debate sobre si equiparar este caso al de homicidio.
Aunque el ejemplo es sin duda un ejemplo llevado al extremo, sabemos de forma fehaciente que en otro tipo de grado las persecuciones a seres en exclusión por su condición o su pertinencia a una minoría son frecuentes. Hay que añadir que este tipo de persecuciones (a discapacitados, homosexuales, seres de minorías étnicas…) aumenta gracias a la tecnología. Cabe decir que no es un aumento exponencial como muchos creen. Las NNTT permiten realizar el mismo acto pero de una forma impune y con una capacidad de difusión mayor. Es por este motivo que no podemos decir que Internet genera situaciones de discriminación. Hay que tener muy presente que los monstruos son los mismos ahora con una arma mucho más potente. Por lo tanto hay que trabajar para contrarrestar esos seres deleznables.