Los drones son muy útiles, pero también suponen un quebradero de cabeza para los responsables de la seguridad, puesto que pueden llevar cargas explosivas, agentes químicos u otros tipos de agentes y materiales para provocar víctimas en un ataque terrorista.
Es por ello que habitualmente ya se están utilizando disruptores de señales e, incluso, baterías para derribar a los drones en pleno vuelo o impedir por lo menos que puedan llegar a su objetivo. Incluso en el terreno militar, se están empleando los drones como arma de ataque, ya sean estos de gran tamaño, pilotados a distancia, automáticos, pequeños, o utilizados en enjambre con un gran número de unidades.
La empresa israelí NSO Group, conocida -y polémica- por sus soluciones de seguridad informática y espionaje electrónico, ha presentado el sistema Eclipse, una plataforma que va un paso más allá y que puede hacerse con el control de los drones que cruzan a la zona de exclusión aérea para hacerlos aterrizar en una zona segura designada.
Este sistema dispone de una base de datos de drones para hacerse con su control, así como un sistema de monitorización y detección. No utiliza sistemas de interferencia, por lo que no afecta a las comunicaciones inalámbricas que, por otro lado, pueden ser necesitadas por la organización del evento, ni tampoco otras medidas para derribar al dron, con lo que evitan provocar daños colaterales.
Con la solución Eclipse de NSO, lo que pasa es que, simplemente, el dron es ‘hackeado’ para tomar su control y, una vez se ha conseguido esto, el sistema lo lleva hacia la antes mencionada zona segura, una área designada con el efecto de mantener los drones ‘aparcados’ para su examen por parte de artificieros o personal especializado.
El sistema actúa incluso sobre drones que no tiene en línea de visión, siendo válido para su uso en teatros de operaciones urbanos, en los que la presencia de edificios altos puede dificultar en gran medida el uso de otras soluciones.
Eclipse ha sido pensado para su uso en instalaciones tanto militares como civiles, ya sean aeropuertos, estadios deportivos, monumentos que pudieran ser objetivo de ataques terroristas, infraestructuras críticas, o emplazamientos privados.
Todo el sistema está automatizado, pudiendo actuar sin intervención humana, y otorga la ventaja de que, a posteriori, el dron queda a merced de las autoridades para analizarlo e investigar así los culpables del incidente y sus intenciones.
Además, es capaz de mantener una ‘lista blanca’ de drones autorizados a volar en el perímetro marcado como seguro, permitiendo operar por ejemplo a los drones de los operadores legales para la toma de imágenes o realización de otras tareas.