FabCat es una iniciativa que surge, principalmente, del Tecnoateneu de Vilablareix (provincia de Girona), un hackerspace abierto fundado por profesionales del sector tecnológico que, entre otras tareas, lleva a cabo también formación a los más jóvenes en materias tecnológicas con la finalidad de fomentar vocaciones, y la difusión del correcto uso de las tecnologías entre la sociedad.
El documento que detalla la petición se dirige a diversos Consellers de la Generalitat, entre ellos Jordi Puigneró (Políticas Digitales y Territorio, además de ostentar la función de vicepresidencia del gobierno catalán), Jaume Giró (Economía y Hacienda), o Gemma Geis (Investigación y Universidades), y cuenta con el apoyo de entidades como Eurecat, la UAB (Universitat Autònoma de Barcelona), AENTEG (Associació d’Empreses de Noves Tecnologies de Girona), HP, o SEAT.
La petición no sale de la nada, si no que se basa en la voluntad de la Unión Europea de reindustrializar el viejo continente para no depender tanto de la producción deslocalizada a Asia y, especialmente, en sectores estratégicos, como lo es concretamente el de los semiconductores (microchips y otros productos similares).
El documento, que no pretende ser un estudio en profundidad (tarea que se deja para una siguiente fase) se basa en retomar la idea de generar un polo de industria de semiconductores alrededor de la UAB que data de 1985 aprovechando la necesidad de producción vinculada a la adquisición de aviones de combate Mc Donnell Douglas F-18 por parte del ejército del aire de España, que entrarían en servicio el siguiente año 1986.
Entonces, aquel proyecto que involucraba a la multinacional norteamericana AT&T acabó instalándose en Tres Cantos (Madrid) para desaparecer tras una década de existencia.
Volviendo al texto del Tecnoateneu, este considera que la situación de las infraestructuras y de los ingenieros locales son mucho mejores que las que se disponían en aquel ya lejano 1985, y busca ofrecer una valoración realista de la situación, de las ventajas que comportaría, de lo que todavía queda por hacer, y de cómo aprovechar el impulso que la Comisión Europea quiere dar al sector.