En el contexto de competencia entre potencias como son China, Rusia y Estados Unidos principalmente, la ‘carrera espacial’ ha vuelto a tomar cierto relieve, y habiendo ya ido a la Luna (Estados Unidos en 1969 por primera vez), nuestro satélite ha visto renovado su interés por parte de nosotros, los terráqueos, aunque esta vez se trata de hacer algo distinto.
Mientras China ha empezado a explorarlo recientemente, los Estados Unidos no solamente planifican volver a pisarlo, sino que también acarician la idea de quedarse allí, de montar una base permanente.
El principal problema que presenta un establecimiento permanente en la luna es el coste de enviar los edificios, por lo que cualquier solución que permita construirlos localmente empleando material que puedan encontrar en la misma Luna. Dicho y hecho: la impresión 3D y el polvo lunar salen al rescate.
Utilizar polvo lunar como material de construcción para una futura base es idea de ICON, una compañía norteamericana de la que ya hemos hablado con anterioridad en esta misma publicación porque se ha especializado en la impresión de casas, especialmente pensando en el uso de la tecnología para ayudar a los más desfavorecidos.
Pero ¿por qué polvo lunar? Este elemento, muy fino y que se adhiere a todas las superficies (como bien han podido constatar los astronautas que han pisado la superficie selenita y los científicos que han trabajado en los respectivos proyectos), se encuentra disponible en grandes cantidades y, obviamente, no hay que transportarlo, por lo que se erige como el candidato ideal.
¿Es un material adecuado para la construcción? Hay que trabajarlo y, a ser posible, sin el uso de nada que sea necesario transportar desde la Tierra para no incrementar los costes operativos de la aventura lunar.
Es por ello que, en el marco del Proyecto Olimpo (Project Olympus), ICON está experimentando con modificar el comportamiento del polvo lunar mediante el uso de microondas, láseres o luz infrarroja, empleando para ello pequeñas cantidades de este material en sus laboratorios.
El coste para construir los edificios será, pues, el de llevar hasta nuestro satélite las impresoras 3D y el sistema para modificar el comportamiento del polvo lunar, además del equipamiento que se pueda necesitar dentro y fuera de los edificios. Sobre el mobiliario, puede ser que también sea impreso en 3D.