Tal vez en el momento de leer estas líneas, el fenómeno del que hablaré ya vaya de baja en el país vecino, bien por la exposición pública que de él ha hecho la CNN de Portugal, bien porque las autoridades hayan tomado cartas en el asunto, habida cuenta de que puede conllevar cierto peligro.
Según informaba hace unas semanas el canal de noticias, fotografías en las redes sociales denuncian la práctica llevada a cabo por algunos propietarios de coches eléctricos, de cargar sus vehículos directamente de los enchufes de sus hogares, pero con el coche aparcado en la vía pública y empleando para ello extensores colgando directamente de las ventanas abiertas.
El problema se da en las grandes ciudades, ya que muchos edificios no disponen de garajes dedicados para los vecinos y, por lo tanto, los propietarios no pueden dejar sus coches estacionados y cargándolos en un espacio cerrado, sinó que no tienen otra opción que dejarlo estacionado en la vía pública.
Depender de la red de cargadores públicos, cuya infraestructura se ubica en determinados puntos que, muchas veces, exige una visita dedicada, dificulta todavía más la carga, por lo que la única solución que han encontrado no pocos conductores, es la de pasar un cable extensor de la electricidad desde un enchufe de su hogar y a través de la ventana, para poder cargar el vehículo durante la noche, o una vez han vuelto del trabajo.
Según denuncia Henrique Sanchez, presidente de la Associação de Utilizadores de Veículos Elétricos (UVE) a la misma CNN, se han llegado a ver casos de cables que cuelgan desde el séptimo piso de un edificio, hasta un coche.
Los cables colgando también molestan a los viandantes, y sus condiciones de seguridad tampoco son precisamente las más idóneas.
Pero este no es el único motivo que lleva a esta particular forma de recargar energía, puesto que el incremento de los precios de la electricidad, que también afecta a Portugal, puede ser otra de las explicaciones.
El mismo Sanchez explica a la CNN que, mientras que la electricidad para recorrer un centenar de kilómetros puede costar hasta 6,40 € en un puesto de carga para vehículos, este coste baja hasta la mitad más o menos si la carga se lleva a cabo en la red doméstica.
Si, además, se aprovechan las horas valle (como por la noche), el precio de una carga puede bajar hasta un tercio del valor que se paga en un cargador de una red pública.
Por todo ello, la UVE propone una batería de medidas, como incrementar la presencia de puntos de carga haciéndolos obligatorios en los nuevos aparcamientos que se construyan.
