Desde hace años, la universidad sueca de Chalmers (especializada en el ámbito tecnológico) viene experimentando con miembros prostéticos para las personas que han sufrido amputación de parte de alguno de sus dos brazos. Pero los experimentos no han sido hechos con prótesis cualesquiera -como es lógico pensar por la naturaleza del centro de investigación- si no con aquellas que contienen elementos electrónicos que les añaden nuevas funcionalidades.
Y la primera es el control por la mente de dichas prótesis. Con esto, me refiero a que el brazo prostético va unido al hueso, pero también dispone de toda una serie de electrodos conectados a los músculos y nervios.
Mediante el reconocimiento de las órdenes que el cerebro envía al brazo, y que llegan en forma de impulsos eléctricos, estos electrodos pueden ‘traducir’ dicha información a los servomotores que equipan a la prótesis, moviendo el brazo de la forma en que el usuario lo piensa.
Además, en los últimos años, a estos miembros artificiales les ha sido añadida otra capacidad que los hace más naturales: la sensación táctil, de presión.
Este apartado es importante, pues permite al usuario del brazo asir con delicadeza cosas que pueden romperse fácilmente si se les aplica un exceso de presión como, por ejemplo, el asa de una jarra, o una aceituna.
Dicha actualización ha sido posible gracias a la implantación de sensores de fuerza en los dedos pulgares de las manos prostéticas. El pulgar es el ‘dedo prensil’, por lo que constituye la clave para sentir la presión y aplicarla de forma correcta en el objeto que se coge.
La información recogida por estos sensores es enviada de vuelta por el mismo camino que siguen las ‘instrucciones’ que el cerebro da al brazo: los músculos y nervios a los que el brazo se conecta mediante electrodos.
Los miembros prostéticos desarrollados por la Universidad Tecnológica de Chalmers presentan otra ventaja: todo el apartado electrónico se encuentra ubicado dentro del mismo brazo, de forma que el usuario no tiene que llevar con él una bolsa u otro soporte contenedor para ningún elemento electrónico extra.
Estas prótesis han estado siendo probadas con éxito durante los últimos siete años (aunque la funcionalidad de sensación de la presión no ha sido incluida hasta hace unos pocos). Además, los usuarios han vivido con sus prótesis de forma autónoma, sin un control diario rutinario por parte de los responsables del desarrollo de los miembros prostéticos, en las mismas condiciones en las que deberán vivir.