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Realidad aumentada para retirar a asistentes civiles del campo de batalla

Escrito por Guillem Alsina el 23/04/2019 a las 16:31:17
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Durante siglos, un civil armado con herramientas del campo casi podía equipararse a un soldado y, de hecho, en la edad media el grueso de algunos ejércitos fue compuesto por estos soldados improvisados, aunque el rendimiento en combate no fuera, por lo general, el mismo que un soldado equipado y entrenado específicamente para luchar.


Con una praxis castrense cada vez más tecnificada, la distancia entre un civil en armas y un soldado profesional se ha ampliado hasta el extremo, pero también ha comportado un problema para los militares: que si antaño eran capaces de comprender, manejar y reparar todas las armas y equipos que tenían alrededor, hoy en día esto es imposible.


Actualmente, para ser autosuficiente en el campo de batalla, un soldado debe ser, además de una engrasada máquina en los aspectos físico y psíquico, un mecánico consumado, y un ingeniero informático.


Ordenadores de a bordo en los vehículos de combate, transporte y utilidad, y sistemas que requieren de una mano experta para que funcionen correctamente, han llevado a un incremento constante de la presencia de técnicos y expertos civiles sobre el terreno en operaciones militares, con todos los problemas que ello conlleva.


Dichos problemas son, principalmente, el riesgo que corren estas personas (y que no todo el mundo que lleva una vida civil está dispuesto a correrlo), y el gasto que ocasionan a la maquinaria bélica.


En 2018, el TATRC (Telemedicine & Advanced Technology Research Center) del ejército de los Estados Unidos hizo público un informe sobre la presencia de contratistas civiles entre las tropas destinadas al frente. Estos, en la invasión de Irak del 2003 representaban 1 de cada 60 personas.


En los sucesivos conflictos se recortó la diferencia en esta relación: en Bosnia ya era de 1 a 10, y en Kosovo había llegado a una relación de 1 a 2. Actualmente, en Irak, la relación es de 1 a 1,5, y la tendencia es que se equiparen los contingentes de militares y contratistas civiles.


Realidad aumentada para transmitir el conocimiento civil a los militares en campaña


El think tank británico The Wavell Room propone utilizar la realidad aumentada para reducir el número de contratistas civiles requeridos sobre el terreno.


Por ejemplo, a la hora de reparar un sistema de guiado de proyectiles por láser, lo cual puede ser una tarea harto compleja, podría encargarse de ello un militar con formación de ingeniería, equipado con unas lentes de realidad aumentada que le permitieran estar en contacto permanente que le iría indicando los pasos a seguir.


Con una base común, los dos podrían entenderse perfectamente, y el civil, cómodamente ubicado a una distancia prudencial del frente, podría guiar al militar en su tarea de reparación.


Igualmente, también se podría aplicar la realidad aumentada al campo de la medicina en campaña, contando con el asesoramiento de cirujanos y otros perfiles profesionales en caso, por ejemplo, de ataques químicos, con armas biológicas, o de otra índole.


En ambos casos de uso y en muchos de los demás que podrían surgir, también debemos contar con otro elemento: la robótica. Y es que, el futuro de la milicia podría ver robots comandados desde detrás de la línea de frente para realizar operaciones de mantenimiento y reparación, además de poder reabastecer las tropas. Y también luchar, claro.





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