A medida que entramos en la que se ha dado en llamar ‘nueva normalidad’ cada país se organiza como puede o como cree conveniente para detectar a los posibles contagiados a tiempo para que no expandan la enfermedad sin control.
La apertura de fronteras es el principal reto que cualquier país debe enfrentar, y en Turquía han decidido dotar al Aeropuerto Internacional Atatürk de un equipamiento futurista para detectar los posibles casos de personas infectadas. Futurista y que también da un poco de miedo, la verdad...
Las medidas de seguridad en este aspecto empezarán, de forma tradicional y analógica, con la limpieza de las suelas de los zapatos mediante unas alfombrillas de esterilización, que se complementarán con unos túneles equipados con luz ultravioleta para el equipaje.
La parte tecnológica empieza una vez el pasajero ha entrado en la terminal; unos sensores repartidos por todo el espacio controlarán que se respeta el distanciamiento social marcado en 1,5 metros. Quien viole dicho distanciamiento será automáticamente advertido (es de suponer que mediante megafonía, o bien se avisará por un sistema interno a algún vigilante que irá a advertirlo).
Y, ahora, la parte que da miedo: a cada pasajero que entre a la terminal, se le escaneará el rostro, y se le asignará un código QR personal. Los empleados del aeropuerto llevarán unos cascos especiales, equipados con escáneres térmicos y una visera en la que podrán ver la información térmica del entorno, para fijarse en qué personas presentan una temperatura que sea mayor de la que el cuerpo humano tenga habitualmente.
Si juntamos el reconocimiento facial y el escaneo térmico, tendremos que cada pasajero que se detecte con una temperatura corporal fuera de lo normal, podrá ser seguido para desviarlo hasta las instalaciones de atención médica del aeropuerto.
Utilizar reconocimiento facial en un país como Turquía, que no presenta precisamente una excelencia en cultura democrática, y que tiene a otros pueblos sujetos a represión como los kurdos, no es que sea una noticia precisamente reconfortante. Sabemos perfectamente que estos sistemas de control, en malas manos, pueden degenerar en un sistema de control político-social de la población.
La noticia me llega a través de Global Times, un medio oficial del gobierno chino. Otro que tampoco es precisamente famoso por sus valores democráticos...