Una de las novedades más disruptivas en la forma de hacer la guerra que estos últimos años han visto los campos de batalla, han sido los drones. Utilizados tanto como plataformas de armas, así como arma misma (dron kamikaze o suicida), para tareas de observación para artillería, o captación de inteligencia, han llegado a poner en entredicho incluso el papel de los tanques sobre el campo de batalla, así como las protecciones de estos vehículos, que desde la Segunda Guerra Mundial, han sido los reyes del campo de batalla.
Su gran utilidad ha llevado a otra conclusión: cualquier número es escaso, por lo que en algunos casos se ha recurrido a la conversión de drones civiles (concebidos en origen para fotografía o para otras actividades recreativas) en militares mediante la adaptación de bombas y granadas sujetas a su fuselaje.
No obstante, estas conversiones, como en el caso de la invasión rusa de Ucrania, las han llevado a cabo los mismos soldados sobre el terreno, con la peligrosidad y la baja eficiencia que ello supone, pese a los excelentes resultados que se han logrado. Y una vez vistas las ventajas, ambos bandos han empezado a producir masivamente soluciones para la adaptación de drones y su conversión en armas.
En el caso de Rusia, este pasado mes de febrero, el medio de comunicación estatal Izvestia informó que la producción de bombas pensadas para acoplar a drones había empezado el otoño anterior y, según indican desde la revista Forbes, su distribución a las tropas ya se estaría produciendo.
Esta nueva familia de bombas, llamadas OFSP, y cuyas aletas estabilizadoras parecen estar realizadas en plástico (material que rebajaría su peso, facilitando mayor autonomía a los drones en comparación con una bomba convencional), son de tres tipos: de fragmentación, de alto explosivo, y antiblindaje.
Todos los tipos pueden ser montados en drones kamikaze FPV (First Person View, con un operador que los dirige mediante un sistema de visión en primera persona), o bien en drones fire and forget (disparar y olvidar, o loitering munition, término que podemos traducir como “munición merodeadora”). Es posible que en su producción en serie se utilice tecnología de impresión 3D para las partes realizadas en plástico.
También se presentan en varios tamaños, dependiendo de si el dron al que deben acoplarse es un pequeño cuadricóptero comercial, o bien un dron de gran tamaño ya pensado para su uso militar, o bien de fotografía y cinematografía profesional.
Estas nuevas municiones son significativamente superiores a los productos caseros improvisados por los soldados en la línea de frente, según los medios rusos, utilizando explosivos más potentes y patrones de fragmentación más efectivos. Además, las OFSP deberían ser más seguras, reduciendo el riesgo de explosiones accidentales causadas por personal no capacitado trabajando con explosivos y fusibles.
En el bando ucraniano, la firma Steel Hornets (avispones de acero) ya tiene experiencia fabricando munición para drones, y dispone de una amplia gama de bombas de distintos tipos, que van desde las antiblindaje con ojivas de carga hueca, hasta las termobáricas de alto poder explosivo, pasando por penetradores explosivos, y bombas de termita de alta temperatura.