La multinacional surcoreana debía lanzar mundialmente su primer smartphone doblable (del inglés foldable) este pasado miércoles día 24 de abril, pero algunos problemas descubiertos en las unidades cedidas a los betatesters, han hecho recomendable posponer indefinidamente dicho lanzamiento para poder corregir dichos problemas.
Según informan desde la misma fabricante, estos se localizan en las pantallas, concretamente a impactos en las áreas más expuestas de la bisagra, la parte superior y la inferior.
En un caso concreto, el incidente consistió en que se encontraron ciertas substancias en el interior del teléfono que afectaron al rendimiento de la pantalla, aunque Samsung no ha dado más detalles al respecto.
Un detalle en el comunicado oficial que la fabricante ha enviado a la prensa puede hacer pensar que el problema deriva también (o, por lo menos, así podría ser en algunos casos) del trato dispensado al terminal por los usuarios, ya que en dicho comunicado se afirma que “mejoraremos la guía sobre el cuidado y uso de la pantalla, incluida la capa protectora, para que nuestros clientes obtengan el máximo rendimiento de su Galaxy Fold”.
Esto traducido, podría venir a ser: “os habéis pasado con el pobre teléfono, le habéis dado caña, y en Samsung no pensábamos que serían tan duramente tratados dentro de vuestros bolsillos”.
Un formato por definir, una tecnología por pulir
Las pantallas doblables no son una tecnología nueva de hace poco; servidor ya tuvo el placer de ver a la misma Samsung presentando en el CES hace unos cuantos años (como muy tarde podría ser el 2013), aunque es obvio que deben haber evolucionado bastante.
Si la tecnología existe y ha llegado a estar lo suficientemente madura como para integrarla en un diseño, no creo que este mismo esté aún definido, y menos de igual forma para todos.
Samsung, por ejemplo, deja la pantalla doblable en la cara interior del terminal, lo que la obliga a poner otra pantalla en el exterior para poder utilizar el teléfono cuando este está cerrado, así como más de un sistema de cámaras.
La solución de Huawei es más simple y me parece más elegante que la de la surcoreana: una sola pantalla que va fuera y, por lo tanto, cuando se dobla el terminal, actúa también como pantalla externa, y un solo sistema de cámaras que es el mismo para la cámara principal y la de selfies.
Si contamos que la pantalla del Huawei Mate X se dobla en tres secciones (los dos lados, y una parte muy pequeña que queda entre ambos debido a la bisagra), podemos considerar que aquí entran en juego dos dobleces de 90 grados. Mientras, al quedar por dentro, la pantalla del Galaxy Fold debe doblarse casi hasta los 360 grados para conseguir cerrar el teléfono correctamente.
Tal vez, esto haya hecho que el esfuerzo mecánico que sufren los componentes implicados en el terminal de Samsung, sea mayor que en los mismos componentes del dispositivo de su rival.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta que el terminal de Huawei todavía no ha sido lanzado comercialmente, el dispositivo de Samsung parece más un prototipo que la surcoreana ha querido lanzar rápidamente para demostrar que sigue siendo la punta de lanza tecnológica del mercado.
¿Qué supone este retraso para los usuarios? Desconfianza en el nuevo dispositivo de Samsung (agravada en aquellos que recuerden los problemas con la batería del Galaxy Note8), y desconfianza en general por el nuevo formato, lo cual es malo para todos los fabricante, y no sólo para la surcoreana.
