A medida que los vehículos autónomos de todo tipo (terrestres, aéreos e incluso marítimos) van evolucionando y mejorando, y se van realizando pruebas comparativas con pilotos humanos, la respuesta a la pregunta de cuál es más eficiente parece decantarse más hacia las inteligencias artificiales, pese a la resistencia sobre ello que todavía presentan muchas personas.
El último ejemplo es el experimento llevado a cabo en Estados Unidos este pasado mes de mayo con un camión autónomo por parte de TuSimple, una compañía especializada en camiones autónomos para la realización de trayectos de largo recorrido para carga de mercancías.
Concretamente, se llenó el camión de sandías en Nogales para entregarlas en Dallas, después de pasar por el sureste del estado de Arizona, cruzar una parte de Nuevo México, y casi toda Texas, un total de 1.625 kilómetros (1.010 millas).
Las primeras 60 millas (entre Nogales y Tucson) las llevó a cabo un conductor humano para, a partir de aquí, ceder el control al sistema autónomo. No obstante, tras el volante se encontró constantemente una persona para tomar el control del vehículo en el caso de algún fallo (cosa que, finalmente, no fue necesaria).
El resultado: un trayecto que a una persona le cuesta una media de 24 horas y 6 minutos, realizado en 14 horas y 6 minutos, diez horas menos. ¿Por qué este ahorro? Por las paradas.
Los seres humanos necesitan parar para comer, descansar y otras cosas que no es necesario mentar. Si eliminamos de la ecuación las paradas para repostar que afectan a ambos vehículos (el autónomo y el guiado) por igual, y las limitaciones de velocidad, la gran diferencia se encuentra en las paradas, aunque también en las normativas legales referentes al número máximo de horas que puede realizar sin descanso un conductor humano.
A medida que va cumpliendo horas tras el volante, los reflejos de un conductor humano dejan de ser los mismos, al igual que la atención que da a la carretera a medida que el cansancio aflora. Por ello, existen leyes que limitan el tiempo máximo de conducción.
Una inteligencia artificial, en cambio, no se cansa. Y quienes argumenten sobre los fallos mecánicos, deben saber que estos también se producen en vehículos no autónomos, y que hay formas de evitarlos o minimizar hasta el extremo que se produzcan y sus consecuencias.
Algo que la sociedad todavía no ha resuelto es qué hacer con los puestos de trabajo que las inteligencias artificiales ocupan en detrimento de la fuerza laboral humana. La oportunidad es única para que sean las máquinas quienes hagan el trabajo rutinario y que los humanos nos dediquemos a crecer individualmente como personas, y colectivamente como sociedad. La pregunta clave es si sabremos hacerlo...