¿Te has hecho alguna vez una selfie mostrando los dedos índice y medio a la cámara (la famosa señal de la victoria)? Si este es el caso ¿tus yemas apuntaban a la cámara? Pués no lo hagas, elimina dicha foto de las redes sociales, y no vuelvas a hacerlo.
El motivo es simple: una foto de las yemas de tus dedos sacada a una distancia inferior a los 1,5 metros permite leer perfectamente las huellas dactilares, con todo lo que ello conlleva (desde identificaciones hasta crear duplicados).
No lo digo yo, lo dice Zhang Wei, experto en seguridad de la Shanghai Information Security Trade Association, y lo publica el prestigioso periódico francés Líbération. El rotativo, de hecho, ha respondido a la pregunta de uno de sus lectores sobre si esto era posible, tras leerlo este en otro periódico galo, el Progrès de Lyon.
Wei, el experto chino en ciberseguridad, asegura que con una foto en la que se vean las yemas de los dedos, tomada a menos de un metro y medio de distancia, puede permitir una reconstrucción al 100% del perfil dactilar, mientras que si la distancia a la que es tomada la imagen va desde el metro y medio hasta los tres metros, la reconstrucción de las huellas dactilares puede ser realizada al 50%.
Y aclara también explícitamente que sólo una imagen tomada a más de tres metros de distancia supone una dificultad alta para extraer de ella la información para reconstruir las huellas digitales.
¿Y para qué puede servir esta información? Con ella, un criminal con los conocimientos y la experiencia adecuada, podría construir réplicas de las huellas para robar la identidad en aquellos dispositivos y servicios en los cuáles la identificación se realiza mediante este formato biométrico.
Entre estos, se cuentan sistemas de pago, de acceso a puertas en instalaciones e infraestructuras como fábricas o edificios de oficinas y, obviamente, nuestro smartphone, el ‘hub’ que está concentrando numerosos dispositivos y nuestra identidad.
Con él pagamos, es nuestra cámara fotográfica, contiene todo nuestro historial de navegación en Internet,... tal vez hasta nuestros vicios más ocultos y nuestras mayores virtudes, aunque lo que debemos temer es lo primero.
El mismo Wei ha advertido que la biometría no es necesariamente más segura que las palabras clave o los códigos de acceso tradicionales.