Cuando hablamos de telefonía satelital, es difícil que nuestra mente no salte a las imágenes de los terminales dedicados con voluminosas antenas que salen en películas como, por ejemplo, la tercera de Parque Jurásico, sabiendo -y lamentando- que el smartphone que llevamos en nuestro bolsillo es incapaz de conectarse a un satélite. Por lo menos hasta ahora.
Porque la tecnología desarrollada por AST SpaceMobile lo que hace es, exactamente, eso: da cobertura de voz y datos a terminales 2G, 3G, 4G y 5G estándares sin necesidad de llevar a cabo ninguna modificación en estos para permitir su conectividad. Y dicha tecnología llegará a España en exclusiva de la mano de Vodafone.
Ambas empresas llevan cinco años trabajando mano a mano en este proyecto, que empezó la fase de pruebas este pasado septiembre con el lanzamiento del primer satélite, el BlueWalker 3, al que le seguirá una flotilla de cinco satélites (estos ya para uso comercial) entre finales de este mismo año y principios del año que viene.
El BlueWalker 3, que fue mandado al espacio plegado, se desplegó ya en órbita baja para presentar una superficie de 64 metros cuadrados, una configuración cada día más inhabitual para los satélites que se lanzan actualmente, más pequeños y cuadrados. Una vez desplegado, ofrece cobertura a una área geográfica de 775.000 kilómetros cuadrados, un tamaño ligeramente superior al de España.
La parte de dicha superficie que mira hacia la Tierra es la encargada de transmitir y recibir la radiofrecuencia para poder ofrecer cobertura y servicio a los smartphones, siendo esta tecnología -y lo repito una vez más- la primera que puede ofrecer cobertura a terminales estándares 2G, 3G, 4G o 5G sin tener que modificarlos, lo que significa trabajar en sus mismas frecuencias. Por el otro lado de la superficie, el BlueWalker 3 dispone de paneles solares, lo que le permite generar la energía suficiente para operar y conectar con los terminales.
Obviamente, un smartphone convencional no dispone ni de la potencia de emisión necesaria para comunicarse con un satélite, ni la potencia energética para no drenar la batería con una operativa de larga duración en conexión a satélites. De ahí el mayor tamaño en todos los sentidos de los terminales que operan dedicados a comunicaciones satelitales, y la práctica habitual con las operadoras existentes de Internet vía satélite, es la de repartir la señal que llega a un dispositivo especializado y que hace las funciones de router, a través de Wi-Fi y cable Ethernet.
AST SpaceMobile y Vodafone tienen un acuerdo de exclusividad de cinco años, por lo menos para lo que se refiere al mercado español, ya que en otros países, AST cuenta con otros partners, como es el caso de AT&T en los Estados Unidos.
La inmensidad del mar, uno de los espacios a cubrir
La tecnología desarrollada por AST ofrece capacidades de voz y datos con banda ancha, lo que significa altas velocidades de transferencia homologables a las de la red terrestre, pero sin necesitar de una infraestructura física sobre el territorio.
Este servicio cobra todo el sentido en áreas poco pobladas o de difícil acceso, que no hacen viable instalar la infraestructura, o que no sale a cuenta operarla.
Para el territorio español, Vodafone espera poder prestar servicio a áreas que actualmente cuentan con poca cobertura, como amplias zonas que siguen la frontera con Portugal, buena parte de las cordilleras montañosas del norte de la península como los Pirineos, y la famosa “España vaciada”, con grandes áreas de las dos Castillas o Aragón.
Esto es posible gracias a que se pueden dirigir los haces de radiofrecuencia, de forma que se dirigen a cubrir el área que más interese (la más necesitada), dejando de lado entornos como los urbanos, que ya cuentan con buena cobertura.
También debemos hablar de más allá de la tierra, puesto que con el servicio que proporcionan estos satélites, podemos ofrecer también cobertura en el mar y, de hecho, mediante el acuerdo firmado entre Vodafone y AST, España será la sede del centro de mando para el control del tráfico marítimo en el Mediterráneo.
Y, finalmente, el suministro de conectividad a zonas que han sufrido una catástrofe natural o provocada por la acción humana, como el caso del reciente terremoto de Turquía. En este caso, que Vodafone España envió estaciones base, hubiera sido suficiente con apuntar los satélites para que ofrecieran cobertura al área afectada, si la constelación ya hubiera estado en funcionamiento.
La operadora dará comienzo este mismo verano a una serie de pruebas piloto de esta tecnología, pese a que desde la misma reconocen que todavía no tienen un modelo de negocio claramente definido.
