La serie de ciencia ficción Star Trek daba comienzo afirmando que el espacio era la última frontera, dando con ello por sentado que ya habíamos dominado los cielos y eso, a día de hoy, es una verdad a medias.
Sí, vuelan aviones y helicópteros, pero el común de los mortales todavía tenemos que ir a lugares especializados (aeropuertos), y seguir unas normas determinadas, sin libertad para elegir las rutas que queramos o los destinos más allá de los que nos ofrecen las compañías aéreas. Y, óbviamente, su uso queda limitado a los largos recorridos.
Ahora mismo, los drones aéreos para el transporte de personas, también conocidos como coches aéreos, sí representan realmente la próxima frontera a traspasar.
Y son varias las compañías fabricantes de coches convencionales (los que circulan por el suelo mediante ruedas) que están estudiando dicha posibilidad, entre ellas la alemana Volkswagen, que lo hace en China, a la sazón su mayor mercado, según informa la CNN entre otros rotativos. La automovilística germana habla de movilidad vertical como el próximo paso tras el vehículo autónomo.
¿Pocos beneficios para unos requisitos muy altos?
La movilidad vertical permitiría acelerar los desplazamientos, al poder conectar en línea recta y sin la necesidad de las actuales infraestructuras (carreteras, puentes), dos lugares. No obstante, se enfrenta también a una serie de hándicaps a superar.
El primero es el de la seguridad: no es lo mismo un fallo mecánico en un coche que circula por el suelo, con el cual podemos frenar y apartarnos a la cuneta para no molestar, que sufrir un fallo en un vehículo aéreo que, aunque sea pequeño, puede dar lugar a accidentes mortales si afecta a la propulsión.
La ocupación del espacio aéreo también sería un problema, y cabe imaginar las nefastas consecuencias de una colisión entre dos o más vehículos sobre una área habitada. Esto nos lleva a pensar que, por lo menos en una primera fase de la existencia de coches voladores, estos estarían limitados a vehículos utilizados por servicios públicos (ambulancias, policía, bomberos,...) y limitados a su uso en áreas no urbanas, tal y como muchas leyes limitan el uso de drones no tripulados.
Para ver un escenario en nuestras ciudades como el que pintaba Luc Besson en el film El quinto elemento todavía tardaremos.